Una de las metáforas
más profundas e implacables sobre la muerte.
Texto y fotos: Salvador Perches
Galván.
Uno de los autores teatrales más emblemáticos del
siglo XX, mordaz y sobre todo dotado de un gran sentido del humor, la obra de
Eugène Lonesco refleja, su punto de vista pesimista respecto a la condición
humana, la incapacidad para entendernos y lo ridículo de la existencia.
Principal exponente del teatro del absurdo, creó situaciones escénicas sin
lógica, en las que utilizaba un lenguaje sin sentido con el fin de resaltar el
aislamiento y la extrañeza que sienten los seres humanos. Su éxito se basa en
haber extendido sus técnicas dramáticas surrealistas al público teatral,
habituado al realismo.
Nacido en Slatina,
Rumania, el 26 de noviembre de 1909, de padre rumano, y madre francesa, Eugène Lonesco vivió de niño en París. Su
padre regresó a Bucarest en 1916 cuando Rumania se incorporó a la primera
guerra mundial, su esposa y sus dos hijos permanecieron en París. La salud de
Eugene era frágil, su madre lo envió a vivir con una familia en el campo, donde
permaneció de 1917 a 1919. En los escritos de Lonesco, este período queda
registrado como el más pacífico y armonioso de su vida.
Volvió a Rumania en
mayo de 1922, aprendió rumano, asistió a la Universidad en Bucarest y pasó el
bachillerato en 1928, mismo año que comienza como poeta en Bilete de Papagal,
un diario famoso por su formato minúsculo.
En 1934 una colección
de artículos, notas y ensayos de protesta, de su autoría, provocaron un
escándalo mayúsculo en el mundo literario rumano, por su devastador ataque
subversivo, en un estilo animado y sarcástico, contra los valores establecidos
de la literatura rumana. La colección recibió un premio de la casa editorial de
las fundaciones reales, concedida por un jurado presidido por el crítico y el
teórico literario Tudor Vianu.
Cuando la segunda
guerra mundial fue declarada, trabajó como profesor francés en la escuela
secundaria de Sfantul Sava en Bucarest. La situación en Rumania era tan mala
que él quería volver a Francia y, después de muchos intentos fallidos,
finalmente volvió con su esposa en mayo de 1942, gracias a amigos que les
ayudaron a conseguir documentos. Tenían grandes dificultades financieras.
Durante 1945 se mudaron
a París, la vida era difícil y el trabajo escaso en aquella época. A partir la
1945 tradujo trabajos de Urmoz (1883-1923), poeta rumano, precursor del
surrealismo, de la literatura del absurdo y de la contra-prosa. Durante este
período la familia de Lonesco recibió ayuda financiera de un pariente.
En 1948 Lonesco empieza
a escribir teatro y es montado por primera vez en mayo de 1950 en el Des
Noctambules de Theatre, bajo la dirección de Nicolas Bataille. Estaba lejos de
ser un éxito. Solamente un reducido número de intelectuales lo apreció y apoyó.
Ionesco se asoció al movimiento de Andre Breton, Luis Buñuel, Arturo Adamov y
Mircea Eliade. Buscó y le fue concedida la ciudadanía francesa.
Autor
marginal, representa sus obras en pequeñas salas del barrio latino, hasta que
en los años cincuenta se da a conocer como uno de los principales escritores
del teatro del absurdo, al lado de dramaturgos como Samuel Beckett o Fernando
Arrabal. Ionesco escribió más de 30 obras. Ingresó como miembro de la Academia francesa
por esta obra de 1962
La salud de Ionesco siempre
fue delicada y en febrero de 1984 lo hospitalizaron permaneciendo en coma
diabético por dos días. A pesar de esta crisis, más adelante, el mismo año,
viajó y dio conferencias en varios países europeos y los Estados Unidos.
En febrero de 1989,
Eugène Ionesco fue hospitalizado otra vez, lo que evitó que interviniera para
defender los derechos humanos en Rumania. Su hija leyó su acusación contra el
régimen rumano.
Ionesco era miembro
del C.I.E.L. que milita para la observancia de derechos humanos en todos los
países y para la libertad de científicos, de programas de escritura y de
artistas.
Eugène Lonesco murió
el 28 de Marzo 1994 en su residencia en París. Fue sepultado en el cementerio
de Montparnasse.
Sus obras teatrales
describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente
impredecible, en el cual, debido a sus innatas limitaciones, las personas son
incapaces de comunicarse unas con otras. Su pesimismo forma parte de la base
del teatro del absurdo, movimiento teatral que se lamenta de la falta de
sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco,
sus obras rezuman humor y son ricas en situaciones cómicas. Movimiento de
vanguardia, especialmente al introducir las obras en un sólo acto, los autores
del teatro del absurdo utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante y las
situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza y la alienación humana.
El teatro del absurdo tiene fuertes
rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al hombre, a través del humor
y la mitificación, la incoherencia, el disparate y lo ilógico son también
rasgos muy representativos de estas obras.
El término absurdo proviene del uso de
la misma palabra por los pensadores existencialistas como Albert Camus y
Jean-Paul Sartre. Sus raíces pueden encontrarse en las obras de "moralidad
alegórica" de la Edad Media y en los autos sacramentales (dramas
religiosos alegóricos) de la España barroca, en la literatura del
"no-sentido" de autores como Lewis Carroll, en las obras de ensueño
de Strindberg y las novelas de James Joyce y Franz Kafka, en el drama grotesco
de Alfred Jarry; y en las farsas de Georges Feydeau; obras que tuvieron como
continuadores directos al movimiento dadaísta y al surrealismo de los años 1920
y 1930. Una de las fuentes teóricas más potentes del teatro del absurdo fue El
teatro y su doble, (1938) de Antonin Artaud, creador del estilo del teatro
de la crueldad.
Los autores de esta corriente comenzaron
a aglutinarse bajo la etiqueta de lo absurdo como una forma de acuerdo frente a
la ansiedad, lo salvaje y la duda ante un universo inexplicable y recayeron en
la metáfora poética como un medio de proyectar sus más íntimos estados. Es por
ello que las imágenes del teatro absurdo tienden a asumir la calidad de la
fantasía, el sueño y la pesadilla, sin interesarle tanto la aparición de la
realidad objetiva como la percepción emocional de la realidad interior del
autor.
Lonesco ha
sido un autor, en realidad, poco representado en nuestro país, probablemente
porque sus textos exigen actores capaces de lidiar con largos y complejos
parlamentos.
El rey se muere, la obra de Ionesco que concluye temporada este fin de semana en el
Teatro El Galeón, es una de las metáforas dramáticas más profundas e
implacables sobre la muerte que ha producido el teatro. Nos recuerda que igual
que vinimos a este mundo, así también lo hemos de dejar. Y para eso ¿quién está
preparado?
El fatuo rey
(Clarissa Malheiros), monarca de una corte que se creía atemporal, a quien su
médico informa que en una hora -al finalizar el espectáculo, se va a morir, asiste a los últimos momentos de su
vida junto a su primera esposa, Margarita, mientras su segunda esposa, la reina
María aparece ante él toda de luto. Ella sin embargo es optimista y decidida,
haciendo de guía con el médico del futuro difunto, mientras que su otra esposa
intenta suavizar su agonía, junto a la enfermera y un alabardero.
El rey muere es el relato de una muerte anunciada. Todos lo saben,
pero él no quiere aceptarlo. Piensa que es una pesadilla y duda que ese momento
esté cerca, por lo que no deja de dar órdenes con la soberbia de aquel que
piensa que está al control de todo. Malheiros presenta al protagonista con una
terrible angustia por continuar su existencia. A lo largo de la obra su
personaje pasa de la rebeldía a la aceptación, y de la inquietud a la
impotencia, mientras se prepara para una batalla perdida, ya que su muerte está
escrita al final de la obra, por lo que no queda más que un “tremendo dolor por la propia desaparición”.
Esta obra habla de la naturaleza humana de una manera
desveladora. Se le suele ver como una representación de “la muerte de Dios”, aquí el Omnipotente, el
Absoluto, ve morir su creación, deshacerse su reino y los campos, los hombres.
No hay que olvidar que Ionesco tenía un enorme interés por la religión, que
compartía con algunos de sus amigos y compatriotas en el exilio, como Cioran y
Eliade.
El rey se muere es una alegoría sobre la soledad del ser humano
enfrentado a este último trance. ¿Es la muerte entonces el fin para Ionesco?.
Berenguer ha
convertido al otrora país poderoso en un imperio tristemente encogido, en
ruinas y abandonado. La angustia existencial que le causa la proximidad de la
muerte obliga a este Hombre-Rey-Dios a pedir ayuda al pueblo: solicitud que
fracasa rotundamente y lo lleva a refugiarse en el auxilio de creencias más
antiguas, como el sol y los muertos… aunque ni estos pueden salvarlo del hecho
consumado.
Lonesco expone aquí
toda su visión filosófica política acerca del hombre mortal convertido en
autoridad máxima de cualquier sistema, y sus riesgos.
Una realidad que se agrieta y nos
revela un reino en ruinas. Los personajes de la farsa se cruzan nuestras vidas
y nos advierten: “Ya no tenemos tiempo de perder el tiempo. Se acabó. Nos
quedan algunos instantes para hacer lo que habría debido hacerse durante años y
años y años.” La actualidad del texto es sorpresiva. Demoler el edificio de
protección y pactos sociales en el que ha descansado nuestra estabilidad
política e individual implica abrir una caja de Pandora. Con humor y
metafísica, Ionesco y La Maquina del teatro nos invitan a una ceremonia donde
los espectros, las catástrofes y el poder bailan al ritmo de la impermanencia,
es un espléndido montaje en escena emprendida por la dupla Juliana
Faesler-Clarissa Malheiros, quienes logran una plástica puesta, con un sólido
reparto y una atmósferas escénicas pocas veces vistas en nuestro escenarios.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Muy recomendable.
El Rey se
muere. De
Eugene Ionesco
Dirección y espacio escénico: Juliana
Faesler y Clarissa Malheiros
Actuación: Clarissa Malheiros, Natyeli
Flores, María Sandoval, Roldan Ramírez, Pablo Chemor, Catalina Pereda.
Teatro El Galeón. Reforma y Campo Marte
s/n Atrás del Auditorio. Metro Auditorio.
Funciones: Viernes 20 horas, Sábados
19:00 horas y domingos 18:00 horas
Concluye el 23 de septiembre con develación de
placa.
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