No se es de donde se nace, si no de donde se es amado.
Texto y fotos: Salvador Perches
Galván.
Adscrita a
la tradición del realismo mágico, El amor de las luciérnagas aborda el primer amor, las amistades incondicionales
y la búsqueda del ser interno a través del viaje interior y exterior que
realiza María, su protagonista, para encontrarse a sí misma, del mismo modo, la puesta en escena desarrolla
cuestionamientos acerca de la familia, la identidad, el amor y la amistad.
En Noruega, lugar a donde María viaja
luego de una decepción amorosa, decide escribir en una vieja máquina de
escribir “maldita”, -que adquiere en un mercado de pulgas, y por la cual recibe,
en lugar de pagar, una buena cantidad de euros-, un encuentro ficticio con otra
María (ella misma), a quien le pide se haga cargo de su vida. A la mañana
siguiente, en el vagón de un funicular que sube a la cima del monte del lugar
en donde está, se encuentra con un
duplicado de sí misma, descubre que lo que escribe en esa máquina se vuelve
realidad, por lo cual se deshace de ella. El encuentro le provoca un
desmayo, al reaccionar, asustada, huye de regreso a México, al llegar al
aeropuerto descubre que su doble ha vuelto antes que ella y ha empezado a adueñarse
de su vida. María tendrá que empezar una travesía en busca, literalmente, de sí
misma.
Para su autor, Alejandro Ricaño El
amor de las luciérnagas es una “tragicomedia teatral escrita en el realismo
mágico”. Aborda de manera cotidiana cómo una mujer se busca. Es una comedia
cursi de humor negro que habla del primer amor y presenta un ritmo vertiginoso
donde la proyección anecdótica progresa rápidamente.
La obra es clara y busca un poco de
esperanza en tiempos pesimistas donde parece que todo está mal en un mundo que
ha perdido la fe, pues María “es un personaje que busca reencontrar la fe en sí
misma. Comenta su autor y director: “Con mis obras busco hacer un refugio, todo
está mal pero hay que tratar de ver las cosas de otra manera para así cambiar
la perspectiva del mundo y revelar que hay un lado bueno en él”.
La propuesta escénica presenta solo
tres maletas en el escenario, que se van re significando a lo largo de la
puesta, una silla y dos teléfonos. Es una puesta minimalista, en la que todo se
construye a partir del actor y el texto, en base a ello el talentoso Ricaño construye
sus puestas en escena, con el propósito de que al llevar sus propias obras a
escena logre que convivan de la mejor manera el actor y el texto. “No representa ninguna dificultad para mí
dirigir lo que escribo, todo lo contrario. Cuando escribo ya estoy pensando en
la escena. Y en escena siempre hago una reescritura. No concibo un proceso sin
el otro”, afirma el también director de la compañía Los Guggenheim.
El amor de las luciérnagas es un texto
dialogado donde la narración es un recurso con tres fines: construir espacios,
anécdotas y contar ciertas acciones que serían difíciles de realizar en escena.
Evitando, de tal forma la reiteración, si el actor deja en claro la imagen de
lo que está narrando no hay necesidad de poner en escena lo mismo que el actor
está evocando,
La historia trata del primer amor, algo
que todos hemos tenido, afirma Ricaño: “de pronto es bonito, a la distancia
recordar la iniciación sexual, la primera ruptura amorosa, la primera comunión,
ésta es una obra personal que trata del choque de culturas entre el norte y el
sur del país y un poco la historia de mi infancia”.
La historia
está situada en la década de los noventa e inicios del 2000, habla del tiempo
de la niñez y adolescencia del autor: La época de la aparición de los teléfonos
celulares, el internet, la crisis del 94, el asesinato de Colosio. Ricaño
quería hablar, en general, de cómo vivió su México de ese momento.
En este primer montaje que Alejandro
Ricaño realiza en la capital del país participan un grupo de jóvenes actores de
Xalapa y el Distrito Federal, integrado por Sonia Franco, Ana Zavala, Sofía
Sylwin, Sara Pinet, Hamlet Ramírez, Brenda Hernández, Gabriela Ochoa, Rodolfo
Nevárez y Miguel Romero.
Alejandro Ricaño, ha obtenido varios
premios y reconocimientos como: el Premio Nacional de Dramaturgia Emilio
Carballido 2008 por la obra Más pequeños
que el Guggenheim, mención honorífica del Premio Nacional de Dramaturgia
INBA 2009. Ha sido becario en varias ocasiones y su trabajo se ha presentado en
distintos festivales a lo largo del país así como en España, Hungría, Bélgica y
Miami.
El
amor de las luciérnagas se estrenó en Xalapa en mayo del presente
año bajo la dirección del propio Ricaño, con los alumnos del taller Proyecto
Compañía "A" de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, en
las instalaciones del Foro Torre Lapham en la Unidad de Artes de esa casa de
estudios.
El joven, talentoso y prolífico
escritor nacido en Teziutlán, Puebla, es egresado de la licenciatura en Teatro
de la Universidad Veracruzana y actualmente cursa la maestría en Literatura
Mexicana en el Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias de la UV. Cuenta
con casi una decena de obras publicadas en distintas antologías nacionales y en
relevantes revistas en el país.
El
amor de las luciérnagas obtuvo el Premio Bellas Artes Mexicali de
Dramaturgia 2011, "por la estructura dramática que equilibra el manejo de
los tiempos con la dosificación de información mediante la fluidez del diálogo
que se aprovecha para la construcción de un juego rítmico", según expresó
el jurado calificador, integrado por Enrique Mijares, Hugo Salcedo y Luis
Santillán.
En palabras de su autor, “El amor de las luciérnagas trata sobre
cómo se busca la pertenencia a un lugar en el mundo, y ese lugar es donde está
la familia, destacándose fundamentalmente en este tenor el rol de la amistad y
el concepto de familia. Es una comedia
sobre la búsqueda de uno mismo, no metafórica, sino literalmente. Una obra que
reflexiona sobre la necesidad de soltar para poder seguir adelante”.
A través de esta
obra, nuevamente Alejandro Ricaño, a diferencia de un buen número de
dramaturgos mexicanos de hoy, quienes ante los problemas sociales del país,
abordan temas como la violencia o la política, Ricaño orienta su interés por el
camino de textos que exalten valores como la amistad y con la creación de
personajes que rayan en la ternura, haciéndolo divertido, con agudo sarcasmo y
humor ácido.
En su texto, el joven autor denota el
amor por la naturaleza y las tradiciones, como lo demuestran, en particular, un
par de escenas, justo la anécdota que da nombre a la obra, la del cortejo de
los pequeños incestos, supongo ya extintos, o bien la del proceso de talla de
maderas del corazón de cinco arboles por parte del laudero, que, sin perder en
ningún momento su teatralidad, constituyen capsulas culturales en torno a sus
respectivos temas.
Alejandro Ricaño vuelve a tomar como personaje principal a un escritor
de teatro, como ya lo ha hecho en Más
pequeños que el Guggenheim, Riñón de
cerdo para el desconsuelo y Un torso
de mierda, demostrando que los hacedores de teatro son, en potencia y con
sus vivencias, dignos personajes de una representación teatral.
En El amor de las luciérnagas
el escritor explora lo femenino con una historia en la cual las mujeres son
jóvenes que aman, quieren, desean, sienten… son cómplices, además de amigas. Y
estas mujeres se identifican los matices de cualquier otra: María es insegura,
solitaria y soñadora; Lola desfachatada, irónica y pragmática.
La obra es una comedia que aterriza en el realismo mágico, donde un
suceso inexplicable conlleva a la “moraleja” de que: no se es de donde se nace,
si no de donde se es amado y se ama.
Irónico, irreverente (baste recordar
la escena de la confesión, de antología), cada vez con mayor dominio del texto,
de la estructura dramática y de las tablas, Alejandro Ricaño acumula un éxito más
a su ya numerosa trayectoria con esta entrañable puesta en escena, en la que,
además, logra extraer memorables actuaciones de sus intérpretes, algunos de
probado talento en la capital del país, como las excelentes Sonia Franco y Ana
Zavala, y los memorables Sara Pinet y Miguel Romero. No menos buenas las
actuaciones de sus compañeros, que, al ser alternantes, desconocemos sus
identidades: Sofía Sylwin / Brenda Hernández, Hamlet Ramírez / Rodolfo Nevárez
El teatro es de todos. ¡Asista!
Imprescindible. Absolutamente
recomendable.
El amor de
las luciérnagas. De
Alejandro Ricaño.
Dirección: Alejandro
Ricaño.
Actuación:
Sonia
Franco / Gabriela Ochoa, Ana Zavala, Sofía Sylwin / Brenda Hernández, Sara
Pinet, Hamlet Ramírez / Rodolfo Nevárez, Pablo Marín, Miguel Romero.
Diseño de
iluminación: Matías Gorlero, vestuario: Mario Marín del Río
Sala Xavier Villaurrutia. Reforma y
Campo Marte s/n atrás del Auditorio.
Funciones: jueves y viernes
20 horas, sábados 19 horas, domingo 18 hpras, hasta el 30 de septiembre.
Localidades: $150, jueves $30
descuentos a estudiantes, maestros e INAPAM.
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