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LA VENUS DE LAS PIELES, de David Ives


Conjuga ingeniosamente lo tonto, lo culto y lo humano.

Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

 

Admirado por Zola, Victor Hugo y Edmond de Goncourt, Leopold von Sacher-Masoch (1836-1895), ha pasado a la posteridad, no por su extensa y variada obra, hoy casi olvidada, sino por dar nombre a una perversión erótica, el masoquismo, cuya conducta y psicología describe minuciosamente, con toda la parafernalia y fetichismo de la dominación (cueros, látigos, contratos de sumisión...), en La Venus de las pieles (1870), su novela más conocida.

La Venus de las pieles forma parte de la saga El legado de Caín, que Sacher-Masoch quería crear en seis libros, con seis historias diferentes en cada uno divididas en seis temáticas: el amor, la propiedad, el estado, la guerra, el trabajo y la muerte. Sacher-Masoch nunca consiguió completar El legado de Caín.

 

La Venus de las pieles forma parte del libro dedicado al amor, siendo de éste su quinta historia. Es posiblemente la más conocida de sus novelas, y la que ha vinculado el nombre de Masoch al masoquismo.

El protagonista, Severin von Kusiemski, cuenta la historia de su relación con Wanda von Dunajew, al narrador de la historia, después de que éste a su vez le contara su conversación en sueños con una Venus cubierta de pieles, posiblemente inspirada por el cuadro colgado en el despacho de Severin, que retrata a ésta Venus y su sirviente. Severin cuenta como se había enamorado de una mujer, Wanda von Dunajew, a la que extorsiona para conseguir que le trate como su esclavo, en formas cada vez más humillantes: “El dolor posee para mí un encanto raro, y que nada enciende más mi pasión que la tiranía, la crueldad y, sobre todo, la infidelidad de una mujer hermosa”. Wanda, aunque duda, acepta su petición: Severin describe sus sensaciones durante esta etapa como "suprasensuales". Llaman la atención los detalles fetichistas asociados a la dominación e incluso la firma de un contrato de sumisión. Por otro lado, Severin convence a Wanda para que le sea infiel, pues considera que no hay castigo mayor para un hombre que ese. La relación toca a su fin cuando en una de sus infidelidades Wanda encuentra un hombre por el cual le gustaría dejarse dominar.

 

Wanda, dubitativa al principio, se va corrompiendo progresivamente por la sexualidad masoquista de Severin, hasta el punto de disfrutar con lo que anteriormente la turbaba: “Es usted un corruptor de mujeres, Severin”.

Los temas y personajes de la novela están basados en la propia vida y experiencias de Von Sacher-Masoch. El nombre de Wanda (la Venus de la novela) sirve para encubrir una ficcionalización de la escritora Fanny Pistor, la cual contactó con Sacher-Masoch, que era un conocido escritor en la época, bajo el título ficticio de baronesa Bogdanoff, para pedirle su opinión acerca de sus escritos.

 

En diciembre de 1869 Leopold y Fanny firmaron un contrato que convertía al primero en esclavo de la segunda durante un periodo de seis meses, con la condición de que la baronesa se vistiera de pieles en tantas ocasiones como pudiera, y especialmente si se sentía especialmente "cruel". Sacher-Masoch, tomando el alias de “Gregor,” nombre estereotípico de los sirvientes masculinos, se hizo pasar por el sirviente de la baronesa y juntos viajaron hasta Venecia (Florencia en el libro) él viajando en tercera clase, ella en primera. En Venecia, donde no eran conocidos podían hacer lo que quisieran sin levantar sospechas.

La novela ha sido adaptada al cine al menos cuatro veces, la primera por Joseph Marzano en 1967; la siguiente es obra del director de cine erótico Jesús Franco en 1969. Al año siguiente, el director Massimo Dallamano hace otra versión, con Laura Antonelli y la última, en 1995 dirigida por Victor Nieuwenhuijs y Maartje Seyferth.

Recientemente el dramaturgo estadunidense David Ives utilizó esta novela para crear una historia teatral sobre relaciones humanas, que ha sido muy bien recibida por la crítica en Estados Unidos y ahora en México.


 

David Ives es “un hijo de los Monty Phyton y de Tom Stoppard”, pero también de los grandes humoristas americanos de la segunda mitad de este siglo. Woody Allen, por supuesto, pero también los casi olvidados Robert Benchley y Jules Ffeifer. Con All in the timing, David Ives se convirtió, en 'the new off-off-Broadway sensation'. El espectáculo, compuesto de piezas breves se presentó en 1993 y recibió los parabienes de la crítica de Nueva York. Desde entonces, Ives ha estrenado otro par de six-packs de igual resultado, Mere mortals and others, y una pieza larga, Don Juan in Chicago.

Ives le devuelve el poder del teatro al dramaturgo. Sus textos ofrecen siempre un material jugoso, potente y sugestivo. Muy rico en temas para explorar, la fórmula del humor característico de Ives combina la tontería más franca con lo erudito y lo sentimental. El absurdo cotidiano nos lleva al refinamiento más alambicado. Y en ese equilibrio se siente que todo lo que propone en sus obras resulta redondo. Posee un estilo cómico como el que desarrolla sus primeras películas Woody Allen (de las que Ives es confeso admirador), los espectáculos de la compañía británica Monty Python o, más cercanos a nosotros, los argentinos Les Luthiers.

 

Ives también ha adaptado una variedad de shows, muchos de ellos adecuadas al teatro musical; incluyendo Dreams and Nightmares de David Copperfield estrenado en Broadway en los años noventa. Su más reciente y original obra es Venus in Furs, la cual se estrenó en el 2010 y se está presentando nuevamente en Broadway.

Sus piezas se montan en colegios, universidades y dependen netamente de las palabras, no necesitan muchos actores ni elevados costos de producción. Es un gran dialoguista.

Ha estado de visita en México en un par de ocasiones invitado para la serie de conferencias La ciudad de las ideas, que se realiza anualmente en Puebla.

Sobre el autor se ha dicho “David Ives… conjuga ingeniosamente lo tonto, lo culto y lo humano.”

 

La Venus de las pieles no es una adaptación teatral de la novela homónima de Von Sacher-Masoch, es una obra escrita por Ives, que recrea algunos de los textos de la novela, abordando otros temas.

La trama de La Venus de las pieles inicia cuando un director debutante audiciona para una obra que él adaptó, basada en la novela de Von Sacher-Masoch, en la que dos personajes llevan a extremos la crueldad y el deseo, el sometimiento y el castigo físico. El libreto se apodera de ellos y terminan siendo víctimas de bajas pasiones y perversiones ocultas, los personajes se complementan y muestran las dos caras del deseo y ambos miden sus habilidades para someter al otro en una estrecha aproximación al ancestral masoquismo.

Director y actriz llevan la situación de una simple audición a una lucha en la que, aunque aparentemente sólo se discute un texto dramático, la realidad es que hay mucho más que eso en juego.

Esta puesta en escena es mucho más que la audición de una actriz ante un director primerizo. La Venus de las pieles tiene aristas que van más allá de un simple casting: aborda las múltiples máscaras que una persona utiliza de acuerdo a diferentes circunstancias. Wanda es una actriz que interpreta a una actriz que finge que es una profesional que finge que es otra persona y que interpreta a uno y otro personaje, algo similar a lo que sucede con Severin.

 

Estos seres se empiezan a vincular y acaban en una relación pasional, hay un profundo deseo mutuo. No sólo se enfrentan a una situación, sino a sí mismos; eso hace que se pierdan dentro de ellos y lleguen a lugares que no esperaban. Hay una provocación del deseo: él desea una actriz, ella desea un personaje y esos deseos evolucionan.

El público observa primero una relación dominada por el director hacia la actriz, rol que se modificará una y otra vez tras revelarse los secretos de uno y otro personaje, mismos que se involucran en un enamoramiento y empoderamiento, ella afirma “¿cómo puedes saber tú quién soy yo y qué soy capaz de hacer?”

Es ahí donde, los personajes comienzan a mezclarse con los de la obra de Masoch, hasta que al final hay una vuelta de tuerca que le da otro sentido a la relación entre director y actriz.

Un texto provocador en lo que es, probablemente, el mejor trabajo de Jaime Matarredona como director, el más maduro, y que cuenta con la actuación de un par de jóvenes que logran quitarse de encima el estigma de “actores de telenovela”, con interpretaciones audaces que rompen con la imagen de “bonitos de la tele”, Ana Serradilla, quien, casualmente ve nacer su carrera en los escenarios previo a su ingreso en la televisión, logra su mejor interpretación, hasta ahora con su Wanda, que va de la vulgaridad a la ingenuidad, de la inocencia a la sensualidad, de la seducción a la perversión, del sometimiento al dominio, eso sí, sin perder en ningún momento su particular belleza. Su compañero de escena, que ha sido su compañero en algunos productos televisivos, Andrés Palacios, chileno de nacimiento pero mexicano por adopción, de muy buena pinta, bien colocada voz y apenas su segunda incursión teatral luego de su afortunado debut el año pasado en Un dos tres por mí y por todos mis amores, de Manolo Caro, retorna al teatro con temple, seguridad y armonía con su compañera en escena, logrando actuaciones convincentes y creíbles sobre un perverso juego de poder, cual juego de espejos en donde los roles se invierten intermitentemente. Enhorabuena a ambos intérpretes por el valor de dejar su zona de confort televisiva y por el crecimiento que alcanzan en esta nada complaciente puesta en escena.


Teatro dentro del teatro; La Venus de las pieles es un juego interminable en el que no se sabe en qué momento termina la ficción y empieza la realidad; un enfrentamiento cara a cara en el que habrá un ganador y un dominado; una puesta en escena seductora, detallista, personalizada, a la que cada espectador le dará la lectura que le quiera dar.


El teatro es de todos. ¡Asista!

Muy recomendable.

La Venus de las pieles. De: David Ives.

Dirección: Jaime Matarredona.

Actuación: Ana Serradilla y Andrés Palacios.

Teatro: Banamex Santa Fe. Lateral Autopista México-Toluca 1235, Col. Lomas de Santa Fe.

Funciones: Jueves 20 horas, viernes 19:30 y 21:30 horas, sábados 18 y 20 horas, y domingos a las 17:30 y 19:30 horas. 

Localidades: VIP, $550.00; Orquesta, $500.00; y Preferente, $450.00.


 

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