Autonomía y Resistencia en el Siglo XXI: Voces del Teatro (Independiente) en la Ciudad de México. (Reseña de Williams Sayago)
El pasado 16 de marzo de 2022 se presentó el libro "Autonomía y Resistencia en el Siglo XXI: Voces del Teatro (Independiente) en la Ciudad de México", en el Foro Contigo América. Sus autores J. Carlos Domínguez (Instituto Mora) y Julio César López (CITRU-INBA). Dicha presentación estuvo a cargo del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, el Centro Nacional de Investigación Documentación y Contigo América, Institución Teatral Independiente, A.C.
A continuación una reflexión sobre el libro:
En este libro Julio Cesar
López y Carlos Virgen, no solo dejan testimonios del teatro independiente
contemporáneo de la Ciudad de México. También hacen un análisis profundo e
intentan hacer una clasificación basados en los conceptos de independencia de
cada una de estas voces, y digo “Intentan”, por la dificultad que implica hacer
una división de la división ya establecida en la historia del teatro
independiente, que nos distingue del teatro comercial o del teatro
institucional u oficial, también es importante decir que este libro es una
canasta donde cupimos algunos y donde otros sin duda quedaron en espera, quizá
en el próximo carrito de la despensa habrá otras voces in-dispensables, porque
ya se aproximan las siguientes investigaciones tanto de Julio como de Carlos.
Uno de los compañeros que
más le ha conferido una importancia a este teatro es Julio Cesar López que
desde el CITRU ha desarrollado varias investigaciones al respecto, nos dijo
como volaba el entonces Zopilote en San Luis Potosí, nos trajo a la memoria al
Contigo América de los primeros 25 años, nos hace crónicas de las libertades y
clarifica que es ese ente polimorfo llamado CLETA y en este libro nos vuelve a
explicar la diferencia política y social del teatro independiente que surge en
el río de la plata y que toma fuerza en las dictaduras sudamericanas o en la
convulsión mundial del 68, con el teatro independiente contemporáneo, para
después caer en aquellos que enarbolamos la bandera de este teatro en la Ciudad
de México de nuestros días.
Carlos Virgen, desde su
formación académica nos hace un análisis desde distintas ópticas, perfilando a
los entrevistados con el triángulo analítico Ética, Estética y Política o como
él lo llama “Las Poli-Est-éticas”.
Aquí encontramos a manera de
entrevistas las voces de compañeros validados y legitimados por su sector, como
Mario Ficachi, Raúl Bretón, David Psalmon, Margarita Hernández, Wilfrido Momox,
Boris Shoemann, Artus Chávez, Cesar Enriquez, Juan Carlos Cuellar, Myrna
Moguel, Damian Cervantes, Guillermo Navarro, Héctor Bourguez, Ángel Hernández,
Conchi León, Martín López Brie, Ana Luisa Alfaro y un servidor.
Nuestra denominación o nuestra
autodenominación de “Independientes” son de origen, somos el mezcal reposado en
el compromiso social, somos el teatro en tu casa, el teatro campesino, el
teatro popular, el teatro urbano, el teatro autónomo, el teatro de resistencia,
el teatro marginado, el teatro pocas veces estudiado y que no aparece en los
temarios de las escuelas oficiales. De ahí la pertinencia, de ahí la
importancia.
Debo confesar que el libro,
me plantea más que certezas o soluciones, muchas dudas, por momentos me aterra,
me deja sin tierra, me conmociona y sobre todo me cuestiona y no lo menciono
como cosa negativa, al contrario, creo que parte de su valía responde a las
cuestionantes que los mismos autores proponen de principio y al ir leyendo voy
respondiendo en mis adentros, que ya de por si es un lugar muy poco cómodo.
Aquí cinco ejemplos de
varias cuestiones que necesité responderme.
1.- ¿Es pertinente y válida
la etiqueta?
Sí, tanto como su sana
distancia con el teatro comercial y con el teatro institucional u oficial
2.- ¿Qué otras etiquetas son
válidas?
Todas las que se refieran a
desarrollar un trabajo que aporte a la construcción de persona y por tanto de
sociedad y de ciudadanía, que confronte, que cuestione y no que evada, que
contenga y no que esparza, que conglomere y no que divida.
3.- Es bien cierto que el Covid
es un problema que aún nos sacude, que es terrible en tanto salud pública, pero
muchos decidimos explorar en ese otro espacio-tiempo con herramientas de la
digitalidad y nos encontramos con un lugar desde el cual imaginar y desde donde
comunicarnos. Rápidamente llegamos a conclusiones que en algunos casos me
parecen vanas y en otros tajantes, yo me preguntaría: ¿Por qué algunos nos
aferramos a hacer un teatro digital en vivo? ¿Podemos descartar la posibilidad
de que toda esto que llamamos en vivo, sea una realidad holográfica? ¿O, que
más allá de esta caverna de platón, exista otra realidad?, ¿Por qué empeñarnos
en el teatro en tiempo real si nuestros ojos siempre ven pasado por el tiempo
que tarda en llegar la luz, el sonido o la señal a nosotros?, ¿Por qué pensar
que la percepción del cuerpo presente es la única opción y es lo único que nos
puede proporcionar un placer o una reflexión?, existen otros seres vivos que
ven otras proyecciones de luz distinta a las que percibimos nosotros, es decir
los colores, las formas, la apreciación del mundo real no es solo el nuestro y
como animales que compartimos este pedazo de tierra nos serviría pensarnos
menos antropocéntricos. Otra posibilidad que nos da el aislamiento, es contraponernos
y decir no somos islas, todos somos uno y lo que pasa en un mercado o en un
laboratorio de china repercute en el mundo entero, de ahí nuestra humanidad.
4.- En cuanto a la labor de
los programadores de los espacios, es pertinente reflexionar que definimos
perfiles, no basados en amistades, sino en pensamientos comunes, ¿Para qué programar teatro comercial si este ya tiene sus espacios bien definidos de
presentación?, es más estoy seguro que nuestros espacios no cubren sus
expectativas de aforo para las masas que convocan. ¿Para qué programar al teatro
oficial, si ya tienen sus espacios de legitimación a ciertas formas y a ciertas
figuras? Nuestros espacios también están para apoyar a la construcción
poliestética. Más allá de criterios de calidad, enfatizamos los criterios de calidad,
el ¿Para qué?, para el lucimiento personal están otros espacios, para adoctrinar
están otros y para hacer la reflexión escénica estamos otros.
5.- Algo que me parece muy
importante de lo que aquí escriben los compañeros es cuando se refieren a las
nuevas teatralidades, como el teatro liminal, el nuevo teatro documental o de
ficción, performativo, de lo real, el teatro transversal, de la
transteatralización, teatro biodramático, pos dramático, neotecnológico, etc.
Qué si bien responden a nuevas búsquedas estéticas, también hay un desarrollo
en lo político y en lo ético, sí, hay una confrontación con las formas de
representación de nuestros antecesores inmediatos, como lo comentan los autores,
pero yo agregaría también, que hay un enfado frente a “Las malas prácticas”. Y
aquí vienen otra serie de preguntas que me detona este libro: ¿Por qué ahora nos
rasgamos las vestiduras si muchas de estas malas prácticas crecieron al amparo
de varias instituciones formativas, grupos o movimientos teatrales?, ¿Habrá que
ser maduros y reconocer que varios de nuestros maestros fueron violentos,
acosadores y que generaban prácticas nocivas en los procesos de creación?, ¿Es
prudente separar a la persona del creador?, ¿Qué debemos hacer como sector para
no repetir patrones? Estas preguntas también son una constante y pertenecen a
nuestros tiempos y nuestras conciencias. Ahora intentamos, con mayor o menor
éxito desmarcarnos de esas prácticas, eso es un despierte importante, ya nos
preocupamos por resolver estas cuestiones de manera consciente y si nos
traiciona el inconsciente, no lo justificamos, “porque ya lo traemos de
herencia o en nuestra genética”. Claro que podemos equivocarnos, pero ya
afrontamos el problema, lo trabajamos en nuestros grupos y lo incluimos en
nuestra reflexión escénica.
También me parece de suma
importancia, que dentro de las diferencias que nos revela esta investigación,
está la formativa, anteriormente la mayoría de los compañeros teatristas
independientes se formaban en las tablas, ahora hay casos muy contados de compañeros que
salieron de las escuelas oficiales y se dedicaron a hacer teatro comunitario,
campesino, popular o independiente, pero hay muchos otros casos de compañeros
que se formaron en este otro ámbito, quizá con una conciencia social distinta,
abrevando de otras formaciones, con otros componentes éticos que no se formaron
en las escuelas institucionales, pienso en Mario Ficachi que estudió contaduría,
en Felipe Galván que estudió química, en Hilda Valencia que es Bióloga o Carlos
Virgen que estudió economía pero que en el teatro tienen una formación
autodidacta muy consistente y eficaz, en ese sentido hay un aporte de este tipo
de compañeros, en los contenidos formativos que también dan base y sustancia al
ejercicio del teatro independiente actual.
En fin, este libro de casi 500 páginas parece más que algo concluso, un detonante, más que caso cerrado, es un amplio espectro que se abre ante nosotros. Es un parte aguas, Es pertinente, es necesario porque significa, desmitifica y resignifica, lo que es ser un teatrista independiente, de nuestros días.
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