CIELOS,
de Wajdi
Mouawad.
No hace convivir ni dialogar a los vivos con los muertos.
Texto
y fotos: Salvador Perches Galván.
Ni cima
Ni escarcha
Ni tinta
Ni verano
lino
Ni jardines
cifrados
Cuando
alcanfores
Caen los
ángeles
Pliegue tan
pálido
Mazo cayendo,
cayendo
El arte
declina la muerte
Taciturno
charco
Murmurando
La ebria
palabra
Que me
concibió.
Wajdi
Mouawad. Cielos
Fruto del
choque entre el mundo árabe, el europeo y el americano, Wajdi Mouawad es el poeta
de un teatro narrativo o épico, de origen libanés, forzado al exilio en
Canadá, se ha convertido en uno de los dramaturgos más impactantes de la escena
internacional.
En un acto inusitado,
planeado y realizado con gran esfuerzo el Teatro Benito Juárez del Sistema de
Teatros de la Ciudad de México presenta la tetralogía completa de La Sangre de las Promesas, de Mouawad,
integrada por Litoral, Incendios, Bosques
y el estreno de Cielos, cuarta parte
de la tetralogía, única oportunidad para que el público que no ha tenido la
ocasión de ver la saga pueda hacerlo, lo cual es un hecho difícil de repetir.
En este colectivo
escénico el autor toca el corazón y el alma del público, en estos momentos
donde al ser humano le hace tanta falta incorporarse y tocar las fibras más
profundas de sus ancestros y razones ocultas.
En Cielos, aislados en un lugar secreto,
cinco personas que forman parte de una organización internacional llamada Sócrates, se dedican a espiar
conversaciones telefónicas y a escudriñar el cielo para intentar evitar un
inminente atentado terrorista. Sin embargo, cuando uno de ellos se suicida el
mundo personal de cada uno comienza a derrumbarse, al tiempo que la historia
misma se pone en entredicho. ¿Es posible que la belleza del mundo y la poesía
den a luz a los demonios de su propia destrucción?.
Cielos,
broche que cierra la tetralogía, viene a contradecir, en fondo y forma, cuanto
defienden los tres espectáculos anteriores: la importancia de la memoria, la
sed de infinito, la búsqueda de un sentido a la vida. Eso son cosas que pueden
perder el mundo.
Cielos busca ser, desde su
creación por parte del autor, un epílogo, epílogo que él siente necesario ya
que si en las tres primeras mencionó, buscó en la necesidad del ser humano de
indagar en las raíces, en la memoria, en la sangre, como se ha visto en Litoral, Incendios y Bosques, para entender su lugar en el
mundo y encontrar o rozar el misterio de la existencia, en Cielos dice todo lo contrario, no es fundamental esa búsqueda sino
simplemente hacer una indagación en el aquí y ahora, eso es Cielos y entonces aparece como un grito
de rabia de una generación joven para confrontar y asesinar a sus padres.
Para llegar a arrancarse los ojos
hay que haber vivido previamente en una ceguera. Si bien yo estaba consciente
de que Cielos era la última parte
de un cuarteto iniciado con Litoral, seguido
de Incendios y Bosques, no podía imaginarme que su conclusión iba
a ser, no una palabra, sino un grito. En efecto, es un llanto desarticulado lo
que se deja escuchar en los últimos instantes de Cielos. Ese alarido cierra la puerta de La sangre de las promesas.
Cuando durante los últimos días
de ensayos pusimos en escena ese grito, no me daba cuenta que ésta era la frase
que faltaba y que yo estaba intentando encontrar en los meandros de las
palabras y de la belleza. Fue en el preciso instante en que John Arnold, el
actor que interpretaba a Charlie en mi puesta en escena, lo vociferó por
primera vez, con el dolor y la potencia insensata de la cual él es capaz, que
me di monstruosamente cuenta de hasta qué punto ese grito, desde hace mucho
tiempo callado en mí, pena tras pena, se había sedimentado bajo la capa opaca
de las razones y de las aceptaciones, en la resignación de las tristezas, que
quita todas las esperanzas en el mañana.
La hipotenusa es esa diagonal
fabulosa que une en su punto más lejano dos segmentos que están ligados en su
base por un ángulo recto. Dos seres a quienes todo los separa sólo pueden ser
unidos por un gesto diagonal que es el gesto hipotenusa. En ese sentido, el
grito de Charlie Eliot Johns es un grito hipotenusa, puesto que une Cielos a Litoral, Incendios y Bosques.
Contrariamente a las otras tres, Cielos no sustenta ninguna referencia al pasado,
ni a la infancia, ni a los orígenes de los protagonistas. Cielos no es un grupo de actores interpretando
cada uno varios personajes, Cielos no hace convivir ni dialogar a los vivos con
los muertos, Cielos no fue pensada en una relación frontal, sino en un
contexto escenográfico que integra a los espectadores en el cuerpo mismo de la
representación. Cielos no se preocupa
por las historias secretas de las familias, Cielos finalmente no pone en el centro de su relato a un personaje salido de
la adolescencia.
Incluso, son precisamente los
argumentos “salvadores y consoladores” que se encuentran en Litoral,
Incendios y Bosques los causantes del dolor de Charlie Eliot
Johns, de tal manera que todo separa a Cielos de las otras tres primeras obras, y puesto que todo o casi todo las
separa, el grito surge en su instante, en su diagonal, para crear el vínculo y
dar nacimiento a ese cuarteto al que he querido titular La sangre de las
promesas.
A todos aquellos que participaron
en este viaje que ha sido la escritura y puesta en escena de esta tetralogía,
desde la creación de Litoral hasta la creación de Cielos,
quiero desearles un buen camino. Estas obras darán testimonio de lo que
habremos vivido juntos.
Wajdi Mouawad
Cielos es el cierre de la
tetralogía, es una especie de epílogo, como lo llama el autor, en ese sentido
el plantea el rompimiento con la estructura incluso dramática y de elementos
que había utilizado en las tres primeras obras. Explícitamente el autor pide
que se utilicen medios como el video y una sonorización muy específica para
poder dar la atmósfera en el universo que plantea Cielos. Eso ha sido algo que ha confrontado al equipo creativo, a su
director y a los actores porque ha significado una exploración por caminos que
no habían tomado, por lo menos en La
sangre de las promesas, y se ha tornado un desafío interesante.
En Cielos se toca la poesía, y de forma
estelar la pintura, en particular el cuadro La
anunciación, de Tintoreto, a partir del cual aparece el grito de toda una
generación confrontándose con sus propios padres. Ese grito no necesariamente
tiene que ser algo que veamos, que escuchemos, es un grito que probablemente
esté dentro de cada uno de nosotros, en ese sentido Cielos busca hacer eso, generar ese grito dentro de cada uno de los
espectadores.
Cielos, no da respuesta a
las preguntas planteadas en Litoral,
Incendios y Bosques, más bien
plantea otra pregunta. Afirma Arrevillaga: creo
que en eso Wajdi Mouawad y Shakespeare tienen un punto importante de encuentro,
no escriben historias que den respuestas, sino plantean preguntas y eso es lo
que uno como artista y espectador está buscando todo el tiempo. Yo estoy seguro
que después de todo este trabajo con estas cinco obras, cada uno de nosotros se
lleva muchas más preguntas que certezas y eso es muy hermoso porque uno
entonces piensa, tal vez no son tan necesarias las certezas, eso es lo que dice
Mouawad en Cielos ¿cuál es la verdad?
Es como la física cuántica, hay muchas historias ocurriendo al mismo tiempo, no
podríamos decir cuál de ellas es la verdadera, cuál de ellas lleva la verdad. Cielos plantea esto, no me atrevería a decir que
es el cierre de un círculo, más bien abre el horizonte para que el espectador y
los artistas sigan desarrollando estas historias desde Litoral se genera una comunidad de jóvenes que
acompaña a un occidental en su recorrido para encontrar el mejor lugar posible
para enterrar y hacer descansar los restos de su padre, todos comparten esa
pena y esa perdida, todos compartimos una pena y una perdida y una ausencia tal
vez, que se convierte en belleza, esa belleza es la que nos hace vivir el día a
día. Ese continuar los caminos, tomar los caminos, seguir adelante, es lo que
Mouawad plantea desde Litoral lo
plantea en Incendios, lo plantea en Bosques, lo plantea en Cielos de maneras distintas pero ahí está.
Con su brillante puesta en
escena Hugo Arrevillaga, con el talento y sensibilidad que lo caracterizan y
tal y como sucedio en Bosques, vuelve
a superar el texto de Mouawad,
que a ratos parece un best seller escrito por Dan Brown, en donde,
afortunadamente, no aparece Tom Hanks. Arrevillaga crea una novedosa puesta
que, pese a las ya mencionadas rupturas de forma y fondo, da una unidad
estilística con el triunvirato que la antecede, una equis, o cruz, cruza, valga
la redundancia el escenario, creando, a la vez, proximidad y lejanía y, claro,
gran profundidad de campo. La puesta se complementa con solo algunos elementos de
utilería, los necesarios, (conservando el estilo minimalista), una pantalla
cuadrangular que permite una perfecta visibilidad desde cualquier punto y en
donde se reproducen, o enlazan las imágenes y los personajes que, de tal forma
aparecen en escena gracias a sofisticadas tecnologías, pese a remitir(me) a la
estética de aquellas películas futuristas apocalípticas, retrato de un mundo
devastado por la violencia de absurdas, inútiles y estériles guerras, como la
que actualmente se libra en nuestro país, y en cualquier país del mundo. La
tetralogía, pese a que los dos últimos textos (Bosques y Cielos) no son
del todo de nuestro agrado, conforman un póker de ases en nuestra nutrida y muy
variada oferta teatral nacional.
Un sólido elenco acompaña al
inquieto y sensible director: Pedro
Mira, Antón Araiza, Violeta Sarmiento, Tomás Rojas
y Miguel Romero en escena, y en video Andrés Torres Orozco y Alejandro Reza en
esta última entrega del cuarteto, Cielos,
surcados por letales bombas cuyo objetivo es destruir el arte y a quienes lo
aprecian: 8 de los museos más
importantes del mundo. Cielos
atravesados por mezquinos intereses terroristas, no de
células criminales ni de grupos extremistas, sino de novedosos grupos
integrados por jóvenes que se manifiestan en contra de los sistemas
establecidos. Enhorabuena al valioso Hugo Arrevillaga y al grupo que comanda:
Tapioca Inn, y sobre todo a una funcionaria sensible y valiente, conocedora del
arte, de la cultura y de las artes escénicas, sin cuyo incondicional apoyo este
mega proyecto sería solo una utopía: Nina Serratos, al frente de la Secretaría
de Cultura del Gobierno del distrito Federal, cargo interino que, esperamos sea
el preámbulo de su estancia definitiva durante el inminente próximo sexenio.
Justo es
menciona al equipo de creativos que han acompañado en esta aventura a este
joven creador que nos ha proporcionado no solo esta tetralogía, acompañada de Pacamambo, sino mas de una decena de
excelentes montajes al frente de su compañía Tapioca Inn: las escenógrafas Auda
Caraza y Atenea Chávez; Ariel Cavalieri musicalizando e iluminando Roberto
Paredes en tanto Lissete Barrios se ha encargado de vestir al numeroso elenco
al igual que Mario Martín del Rio. Miguel Durán ha sido el diseñador gráfico,
Rebeca Trejo, además de actuar en varias de las obras es la productora
ejecutiva. En Cielos la creación del
video es de Miguel Durán La colega y amiga Sandra Narváez ha hecho una
excelente labor de difusión y Anabel Caballero, siempre amable y eficiente ha
asistido a Hugo en la dirección de todas las puestas en escena, así como Pedro
Mira es el único histrión participante en la tetralogía completa y en Pacamambo,
por lo cual le mandamos un gran reconocimiento a su labor y nos manifestamos
muy preocupados por su salud mental. Es factible que omitamos,
involuntariamente a algún participante de este relevante proyecto, por lo cual
solicitamos disculpas de antemano.
El teatro es de todos.
¡Asista!
Muy recomendable. Asista
temprano porque los boletos se agotan.
Cielos.
De Wajdi Mouawad
Dirección: Hugo Arrevillaga
Actuación:
Pedro Mira, Antón Araiza, Violeta Sarmiento, Tomás Rojas, Miguel
Romero, Andrés Torres Orozco y Alejandro Reza.
Teatro Benito Juárez, Villalongín
15, colonia Cuauhtémoc. A un costado del Monumento a la Madre. Metrobus Reforma
Viernes 20 horas
Sábados 19 horas Domingo 18 horas. Hasta el domingo 5 de agosto.
ADMISIÓN: $174.00,
entrada general, con 50% de descuento para estudiantes, maestros, militares e
INAPAM con credencial
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