Ponerse en los zapatos del otro.
Texto y fotos: Salvador Perches Galván.
Un
estudio científico, el experimento Bouchard, logra que dos hermanos gemelos que
fueron separados a muy corta edad, se vuelvan a encontrar después de cuatro
décadas.
La historia, escrita por Andrés Roemer, ganador del
premio “Emilio Carballido” por su obra El
otro Einstein, sucede durante el invierno de 1979, en Berlín del Este. Es
un hecho documentado sobre la vida de unos gemelos idénticos separados a los
tres meses de vida y reunidos 46 años después en la casa de su madre. Uno de
ellos: Oskar, fue criado como católico en la Alemania Hitleriana y se convirtió
en miembro de las juventudes hitlerianas. El otro hijo: Jack, fue criado como
judío en Trinidad y Tobago después emigró a Israel y se
convirtió en oficial de la marina israelí, y colaboró en la
formación del naciente Estado. El argumento podría parecer el de una
melodramática telenovela, pero es real.
El periodista y dramaturgo mexicano Andrés Roemer ve
maternizados años de estudios e investigaciones sobre el experimento Bouchard,
con su más reciente obra Oskar y Jack.
La historia parte del experimento Bouchard, que planteaba
reunir a gemelos separados en su infancia, a fin de identificar las características,
cualidades y defectos que corresponden al origen genético.
Una historia real que por primera es retomada para hacer
una puesta en escena en respuesta al interés del autor por el tema; cuando
conoció la historia, inmediatamente pensó que esta había nacido para teatro por
su enorme riqueza emocional.
Al retomar esta historia su autor se propuso alcanzar
tres objetivos: el primero, reflexionar sobre la condición humana, que el público
se cuestione qué es aquello que forma el carácter.
El segundo plantea un análisis de la ansiedad del
estatus, ya que de manera implícita cuestiona qué somos y cuál es el propósito
de la vida.
El tercero abordar la responsabilidad y la culpa de la
vivencia nazi y el contexto alemán. Contraponer la responsabilidad individual
contra la responsabilidad nacional de lo que implicó el nazismo.
El montaje pretende que los espectadores se cuestionen
qué tan libres son los seres humanos y qué tanto influye la carga genética en
cada persona; al final de cuentas, el libre albedrío es muy debatible.
La obra fue creada a
partir de investigaciones y estudios a los que Roemer se ha dedicado desde hace
15 años estudiando sicología evolutiva. Para enriquecer las
investigaciones que sustentan esta obra, entrevistó a Jack y algunos de los familiares
de Oskar, quien ya había fallecido, también se entrevistó
con Nancy Seagal, autora de un libro al respecto, lo que le ayudó a dar
vida a los personajes de la puesta en escena.
Para, el también politólogo, el teatro tiene la función
de empatía-emoción, por lo que el público puede tener una identificación con la
obra y sus personajes, aunque los actores que interpretan a los gemelos no lo
sean, verán su relación con la madre, con la hermana, como hijo, como padre, se
podrán identificar.
La necesidad de pertenencia, las emociones, los dolores, la necesidad de
ser amado, las relaciones sistémicas, los padres ausentes. Ponerse en los
zapatos del otro y caminar un kilómetro; esa es la moraleja del texto, la obra
surgió porque su autor lleva 15 años y se encontró con la necesidad de conocer
sobre los genes y qué nos hace ser lo que somos.
El trabajo, inspirado en cuestionar qué somos, siendo la mejor manera de
entenderlo es a través del estudio de gemelos idénticos. Roemer se preguntó
sobre la condición humana del estatus, la ansiedad de saber quién se es en
relación con el otro; cómo uno se siente apreciado y amado; la condición humana
del libre albedrío, y qué tanto somos en nuestras circunstancias, en nuestros
genes y qué tanto depende de nosotros la condición del carácter.
Para entender la naturaleza humana hay que entender nuestras formas
sistémicas, lo que nos influye; por un lado están los genes, pero también nos
influyen los sistemas en los que vivimos.
Una de las condicionantes humanas en el texto es el libre albedrío.
Oskar y Jack son separados al nacer; uno estuvo en la fundación de Israel y el
otro trabajó con Hitler. Se ven a la cara y se preguntan qué hubiera ocurrido
si se hubieran invertido los papeles entre los hermanos. Todos tenemos que tener
una voz en el sistema, todo es sistémico. Jugamos una voz en el sistema de
nuestros amigos, de nuestra familia”.
Otra condicionante, es la necesidad biológica que dicta la necesidad de
ser amado y cuando tienes un hermano gemelo es el mejor punto de referencia.
Otro punto tiene qué ver con la responsabilidad de un pueblo contra el
de una nación. No es lo mismo la culpabilidad de una persona en un país
genocida como la Alemania nazi, al de alguien que no fue criminal, aunque se
haya quedado callado, o alguien que protegió y resistió… Por eso el juzgar al
otro siempre es un juego perverso, peligroso, imperfecto y confabulado de
proyecciones propias y fantasmas ajenos.
El
responsable de la pulcra y efectiva puesta en escena, el maestro Raúl
Quintanilla, la obra es una ficción que parte de una realidad que presenta
muchas condicionantes, donde le conmovía profundamente el concepto de familia,
cómo se desarrolla y lo que significa.
La
obra destila humanidad pura que cuestiona, abre posibilidades y es un espejo de
una cotidianidad que se puede compartir. Oskar y Jack es un texto
doloroso e inquietante. Doloroso porque las relaciones intrafamiliares tienden
al dolor en general e inquietante por la manera de abordar dichas relaciones.
Oskar
y Jack
habla en primera persona y el holocausto es un pretexto para referir cosas
profundas de la sociedad mexicana, a los afectos de cada persona y en valorar
lo que se tiene o no se tiene.
Cuatro
grandes actores dan vida a los personajes de la obra: Silvia Mariscal, Carmen Delgado,
Víctor Huggo Martín y Roberto Ríos “Raki” y logran un trabajo sólido y
homogéneo, el maestro Quintanilla presta su voz al padre, responsable de la
separación de los gemelos, en esta propositiva y reflexiva puesta en escena,
que concluye temporada el 30 de septiembre.
El teatro es de
todos. ¡Asista!
Muy recomendable.
Oskar y Jack. De: Andrés Roemer.
Dirección: Raúl
Quintanilla.
Actuación:
Silvia
Mariscal, Carmen Delgado, Víctor Huggo Martín, Roberto Ríos Raki.
Músicos:
Francisco Lledías, Victoria Forte.
Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque,
atrás del Auditorio Nacional.
Funciones: jueves y viernes 20 horas, Sábados 19
horas. y domingos 18 horas hasta el 30 de septiembre.
Localidades:
$150.00 50% de descuento a estudiantes, maestros, afiliados al Inapam, Tarjetas
Maestros a la Cultura y Sépalo. Jueves al Teatro todas las localidades a $30.
Boleto Gente de Teatro 2 localidades a 45 pesos cada una. 75% de descuento a
trabajadores del INBA. Adolescentes y adultos. Adolescentes y adultos
Excelente obra, excelentes actuaciones y la musica realmente hermosa!
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