El suyo es un canto de angustia
existencial.
Texto y fotos: Salvador Perches
Galván
Como perdí, en estériles acasos,
aquella imagen cálida y madura
que me dio de sí misma la natura
implicada en Tu voz y Tus
abrazos.
Ni siquiera el susurro de Tus
pasos,
ya nada dentro el corazón
perdura;
te has tornado un “Tal vez” en
mi negrura
y vaciado del ser entre mis
brazos.
Concha Urquiza
Nox II
México, 1945
La
vida externa de Concha Urquiza, al contrario de su interna, intensa trayectoria
vital, nada tuvo de extraordinaria, fuera de su trágico desenlace. Los datos de
su biografía son pocos. Nació en Morelia el 24 de diciembre de 1910, a los dos
años perdió a su padre y es traída a la ciudad de México. En la plenitud
juvenil, a los 18 años, parte a Nueva York donde se gana la vida trabajando en
el Departamento de Publicidad de la Metro Goldwyn Mayer y estudiando hasta
obtener un perfecto inglés, vuelve a México en 1933 y concluye sus truncos
estudios, a la vez que trabaja en el Archivo de la Secretaría de Hacienda.
Durante
esa época Concha se aparta casi por completo de la religión de su infancia, su
fe católica, poco arraigada se había disipado ante el materialismo rampante,
sin embargo, en la primavera de 1937 la providencia la llevó a hablar con un
sacerdote joven y culto, el Padre Tarsicio Romo, Misionero del Espíritu Santo,
quien recondujo al redil a la oveja descarriada y desde entonces, con honda
humildad y entrega total se volcó hacia Dios e hizo de él, el centro luminoso
de todos sus pensamientos, se enamoró para siempre de Cristo.
Al año siguiente entra como postulante a la Congregación de las Hijas del Espíritu Santo en su natal Morelia, probándose a sí misma si sus débiles hombros serían capaces de soportar el fardo de los votos religiosos, la experiencia la hizo ver que la vida metódica de obediencia y de encierro no era adecuada para su carácter fogoso y dominador, ni para sus nervios siempre tensos.
Con
la salud muy minada retorna a México y se incorpora a la industria
cinematográfica, haciendo la adaptación de Corazón
diario de un niño, de Edmundo d’Amicis. En 1939 habiendo ido a San Luis
Potosí, un grupo de personas cultas y ávidas de saber la invitan a permanecer
en la ciudad, de tal forma, Concha empieza a respirar y a vivir en el ambiente
que necesitaba su alma, en aquella época 1939-1944, alcanza los años más
serenos y fecundos de su breve vida, pero llego el 17 de septiembre de 1944, en
el que su perenne inquietud andariega retorna al carácter contradictorio de la
poeta y vuelve a la capital del país buscando el anhelado deseo de estudiar a
fondo la carrera de Filosofía y Letras en la UNAM.
En
aquella época entra en una profunda crisis psicofisiológica en la que Concha
advirtió no solo su habitual nerviosismo, también una extraña irresolución e
inconstancia en la realización de sus propósitos, algo muy hondo y amargo
martilleaba permanentemente en su corazón y su cerebro, reblandeciendo la viril
tenacidad de su carácter y el señorío de su espíritu. Partió a Ensenada, invitada
por sus antiguas amigas, las Hijas del Espíritu Santo, desde donde escribe y
describe su estado de ánimo “noche obscura y dolorosa con que Dios prueba con
frecuencia a sus elegidos, trágica tiniebla en que parecen hundirse todas las
estrellas, aridez espiritual que finge ahogar todo renuevo y por la que han
pasado todos los místicos”.
La
tarde del 20 de junio de 1945, Concha fue en compañía de varias personas al
balneario “El estero”, se embarcó y se quedó cerca de un islote con uno de sus
compañeros, mientras los demás se alejaban en una barquilla, minutos después
uno de ellos creyó oír que lo llamaban, volvió para buscar a Concha y nada vio,
regresaron y solo encontraron los vestidos de ambos nadadores, Concha y su
compañero habían desaparecido. ¿Accidente, suicidio? esta duda constituye el
último eslabón de una larga cadena de contradicciones y dudas en torno a la
vida de esta extraordinaria poeta.
Afirma
Martha Robles en La sombra fugitiva.
Escritora s en la cultura nacional Editorial Diana, México, 1989 que
“Concha (Urquiza) sostiene un ir y venir de la esperanza a la desesperanza, del
pecado a la contricción expresada a través del sometimiento caótico entre la
certidumbre de la finitud. El suyo es un canto de angustia existencial”.
Se
dice de ella que era profundamente religiosa, pero que bebía con fe y singular
alegría; que acariciaba con mucha cercanía a las adoradoras de Safo, pero que
era bastante casquivana; su apariencia era poco femenina, se dice, se dice…
Con base en esta apasionante y apasionada vida, surge Alucinada obra de
teatro que, a través de la mirada del
eminente dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, muestra fragmentos de la
vida y obra de la excepcional poetisa mexicana Concha, quien vivió 35 años en
continua contradicción. Su obra se derivó de un debate continuo entre la vida
espiritual y la vida terrena. Sus versos y sus prosas, ligadas a sus
experiencias brillantes y universales, son el hilo conductor mediante el cual tres
actrices vinculan a Concha en el escenario con el mundo femenino.
El debate continuo entre la vida
terrenal y la espiritual, la desvalorización del ser humano y el excepcional
talento de Concha Urquiza son algunos de los temas que plantea Alucinada, montaje a cargo de Daniela
Parra.
Concha Urquiza fue una poetisa
publicada, convivió con los autores estridentistas, militó en el Partido
Comunista (por lo cual fue fichada), ingresó y abandonó uno de los conventos de
las Hermanas del Espíritu Santo, para fallecer a los 35 años, después de
haberse mudado a Ensenada.
Para la directora, “Una mujer que
vivió muchas vidas en una que fue muy corta”, es la definición que hace del
personaje que lleva a escena. Una Concha Urquiza que es interpretada por tres
actrices, la siempre espléndida Olivia Lagunas, Sandra Garibaldi y Valeria
Vega, quienes personifican otros caracteres en escena, de tal forma que todos
los personajes resultan un desdoblamiento de la misma Concha, con lo que,
explica la directora, se logra un poliedro que refleja las muchas caras de
Concha Urquiza.
Las actrices contribuyeron al
enriquecimiento del texto y la escenificación.
Con esta obra se pretende exponer al
espectador, alguna de las múltiples visiones de la poetisa, ya que, explica
Parra, “se trata de muchas facetas de Concha, y alguna de todas ellas nos tiene
que tocar como individuos que somos”.
Uno de los posibles puntos
de encuentros que el público puede tener con la poeta, radica en las
contradicciones y dualidades que atormentaban a la escritora, pues a un tiempo
escribía sobre su relación con Dios y se desenvolvía en los intereses de su
vida terrenal, bebía, fumaba y era un ser humano normal, pero con un gran amor
a Cristo y a su religión.
La directora explicó
que a partir del texto de Rascón Banda, creado ex profeso para la actriz la
Tucita, a solicitud del poeta José Vicente Anaya, quien le proporcionó al
dramaturgo chihuahuense la biografía y los poemas de la poeta, realizaron la
intervención agregando algunos poemas y referencias históricas durante las
transiciones, para contextualizar al espectador y compartir la exquisita poesía
de Urquiza.
Uno de los datos
incluidos es el texto dl propio autor: “Aquello era apasionante. Era la
historia de una mujer de los años cuarenta, que había abandonado un convento,
que había sido luchadora comunista, había sufrido el desamor varias veces y
escrito poemas místicos a la altura de santa Teresa de Jesús, suicidándose muy
joven en la playa de Ensenada, con un amigo.
Escribí la obra y se
la mandé a la Tucita. Creo que no le gustó, porque ni acusó recibo. Después, la
directora de cine Alejandra Islas me pidió un guión sobre una poeta de
Tlacotalpan, llamada Josefa no sé qué, y la convencí de cambiar de poeta y de que ella hiciera la
investigación. Consiguió valiosas entrevistas con personas que la conocieron,
entre ellas, un cuñado de la poeta, el cineasta Alejandro Galindo, y el poeta
estridentista List Arzubide. Encontramos algunos textos de Ricardo Garibay y
Martha Robles y el libro del padre Méndez Plancarte, con otra versión de su
vida, una visión sólo religiosa.
Hicimos el guión, que
fue rechazado por el Fondo de Fomento a la Calidad del Cine y el manuscrito fue
a dar a un cajón.
Tiempo después, el
director Bruno Bert me pidió una obra de teatro. Me comprometí y el consiguió
la producción en la UNAM. Se llegó la fecha de los ensayos yyp no tenía el
texto. Le propuse el guión sobre Concha Urquiza y empezó a montarlo en el
teatro Santa Catarina. Escribí varias escenas que hacían falta, me fuia
Alemania, a la Feria del Libro de Frankfurt, y regresé la víspera del estreno.
Vi el ensayo y propuse al director reescribir la obra, pero ya no era posible,
porque se le reducirían las funciones con el retraso”
La obra se estrenó
con gran éxito en 1992, posteriormente se realizó una lectura dramatizada en
agosto del 2011 para conmemorar el nacimiento de su autor y ahora vuelve con el
original montaje emprendido por Parra, bajo el muy afortunado debut como
productora ejecutiva de la siempre entusiasta Erzy Yosseff
El teatro es de todos. ¡Asista!
Muy recomendable.
Alucinada.
De
Víctor Hugo Rascón Banda
Dirección Daniela Parra
Escenografía e iluminación Martha
Benítez
Vestuario Sandra Garibaldi
Producción ejecutiva Erzy Yoseff
Diseño sonoro Xicoténcatl Reyes
Actuación: Olivia Lagunas Sandra
Garibaldi y Valeria Vega
Teatro El Milagro. Milán 24, Colonia
Juárez, muy cerca de Reforma e Insurgentes.
Funciones: jueves y viernes 20:30
horas, sábados 19:00 y 21:00 horas y domingos 18:00 horas
Entrada general $150.00
Estudiantes, maestros, INAPAM y
vecinos de las colonias Roma y Juárez $75.00
Estudiantes y maestros de teatro
$60.00
Viernes $60.00
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