LITORAL, de Wajdi Mouawad
Desahuciado está el que tiene que
vivir una cultural diferente.
Texto y fotos: Salvador Perches
Galván.
"Deja los caminos porque todos los caminos te
llevan a la tierra;
sólo el abismo conduce al sueño.
Vayan por los
caminos. Agótense caminando.
Antes de que caiga el
atardecer. Con rabia, con ira. Hasta el final de los caminos, de los países, de
las alegrías, del tiempo.
Después de los amores
y de las penas, de las alegrías y los llantos,
de las perdidas y los
gritos.
Justo después, está
el litoral y el mar abierto.
Que se lleva todo.
Todo.
Aunque me sumerja en
las profundidades del mar, seguiré siendo tu fuerza. Nada es más fuerte que el
sueño. Él nos unirá para siempre”.
Wajdi
Mouawad. LITORAL
Desde los albores de
la historia, cuando el Líbano era conocido como Fenicia, siempre ostentó una
gran riqueza cultural. Ubicado en el punto de encuentro de tres viejos
continentes, el país de los cedros jugó en forma permanente el papel de centro
de intercambio de cultura entre Oriente y Occidente.
A pesar de muchos
años de guerra, la actividad cultural del país ha sido siempre intensa. A
principios del tercer milenio, Beirut recupera su papel de “Capital cultural
del mundo árabe”, declarada de tal forma en 1999 por la UNESCO.
La imprenta fue
introducida en el país en 1702, pero hasta comienzos del siglo 19 los libros no
religiosos, especialmente los de enseñanza de la lengua árabe comenzaron a ser
accesibles para el público. En ese tiempo, el Líbano era uno de los primeros
cuatro países editores del Mundo Árabe. En 1820, las misiones europeas llegaron
a las costas libanesas predicando nuevas culturas y fundando escuelas. Estos
idiomas extranjeros influyeron en la cultura libanesa a tal punto que, durante
la ocupación francesa, después de la 2ª Guerra Mundial, el país era el lugar
perfecto para actuar como intérprete entre ambos mundos. Actualmente los nuevos
autores tienen niveles altamente competitivos.
Después de un largo
período de inactividad cultural debido a la guerra, se creó el Ministerio de
Cultura en 1992, seguido por muchos centros culturales y artísticos. Sus dos instituciones culturales más
importantes son el Instituto de Bellas Artes de la Universidad Libanesa
y el Conservatorio Nacional.
El teatro es el
primer espejo de la sociedad, como dijo alguna vez el director francés Jean
Vilar. El teatro libanés es un espejo que refleja los dolores, ansiedades,
alegrías y pasiones de la nación. Refleja también la importancia cultural,
social e intelectual de la sociedad.
En 1948 Maroun
Naccache, el padre del teatro árabe, presentó la primera comedia escrita y
presentada por un libanés, una adaptación de El Avaro, de Molière. Esto marcó el nacimiento del teatro libanés.
Aun cuando se trasladó a Egipto durante la ocupación otomana, el teatro libanés
floreció en el país, en los años 60.
A pesar de los años
de guerra y sus consecuencias, el teatro libanés pudo brillar
internacionalmente con el Festival de Baalbeck. Al mismo tiempo, un grupo de
estudiantes del Centro Universitario de Estudios Dramáticos, presentó un nuevo
estilo de obras abstractas. El teatro armenio tuvo una gran influencia en los
artistas libaneses En el Teatro de Constantinopla se enseñó a los artistas
locales técnicas básicas de actuación. El Teatro Libanés pasaba un período
difícil debido a que la mayoría de las obras eran censuradas por la situación
durante la guerra. En 1974 termina una etapa gloriosa del teatro libanés.
Después de los primeros
choques, la población se adaptó a la nueva situación y el público iba al teatro
en su zona de la capital. Después de estar separado en dos, el teatro se unió
nuevamente en el Distrito Central de Beirut.
Si bien la crisis
autoral parece ser un problema importante en el Líbano, debido a la escasez de
dramaturgos y el predominio de obras extranjeras, se enseña teatro en muchas
instituciones. Y, a pesar de que la guerra ha alejado al público, salvo una
minoría que se mantuvo fiel, las obras recientes confirman que el teatro
libanés está recuperando su público y su vitalidad. La juventud, que constituye
el público y los autores, está haciendo prosperar el teatro y haciéndole
recuperar su prestigio. Actualmente, el teatro se esfuerza por superar los
efectos de la guerra y encontrar su identidad, pero sufre varias crisis: de
producción, de autores y de público. Es por eso que los productores están cada
vez más motivados para financiar nuevas obras. Los grandes ríos del teatro
libanés parecen fluir nuevamente.
En
aquel desolado panorama libanés nació Wajdi
Mouawad en 1968, siendo, en sus propias palabras: libanés de infancia, francés
de forma de pensar y québécois de su teatro. Eso es lo que le pasa a alguien
que pasa su infancia en Beirut, su adolescencia en París y se hace adulto en
Montreal.
Wajdi
Mouawad pertenece a la nueva generación de figuras del teatro que están
transformando la escena francófona gracias a una gran fuerza imaginativa y a
una escritura de extraordinaria calidad. Ha escrito, adaptado, traducido,
actuado y dirigido obras para públicos de todas las edades. Fundó el Théâtre Ô
Parleur, con el fin de celebrar el lenguaje y las ideas y mandarlos a viajar.
Afirma que si tuviera un saco para
golpear no escribiría más.
En 2005, funda en Quebec, Carré cé carré y en
Francia El Cuadrado de la hipotenusa, ambas, compañías de creación; ambas,
estructuras que corresponden a los dos lados del Atlántico y son emblemáticas
de una aventura teatral franco-québécoise. A partir de 1991, dirige sus propios
textos, también los de otros autores, incluidos Shakespeare, Sófocles, Euripides,
Frank Wedekind, Pirandello o Chéjov.
Litoral le valió el Premio
del Gobernador general en 2000, también recibió el premio Molière, galardón de
teatro francés, al mejor autor francófono. En 2004 dirigió la versión cinematográfica
de Litoral adaptación de su texto.
Como canta Tania Libertad en Solo le pido a Dios, “que la guerra no
me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte”. “desahuciado está el
que tiene que marchar a vivir una cultura diferente”. Litoral es la primera parte de la tetralogía La sangre de las promesas, que encuentra su inspiración en la
experiencia dolorosa de la guerra y del exilio – el autor tuvo que abandonar
Líbano en guerra y exiliarse en Francia con su familia cuando tenía ocho años –,
la obra relata el viaje de un huérfano a la tierra de sus antepasados. El
protagonista quiere ofrecer una sepultura digna a la mortaja de su padre,
muerto en el exilio, pero no hay sitio en los cementerios de su país natal, que
ya tiene demasiados muertos.
El
padre de Wilfrid muere. Un conflicto con la familia materna, a propósito del
entierro de su padre, lo anima a salir de Quebec con ataúd en brazos. Destino: Líbano,
el país de sus padres. Una vez en el lugar, comprueba que los problemas sólo
comienzan. La cultura de guerra, el desprecio por otros en Líbano hace de cada
gesto, por mas insignificante, como enterrar un ataúd, algo inútilmente
complicado. Al mismo tiempo, afloran los traumatismos que han marcado la vida
de las personas que Wilfrid encuentra en Líbano.
En
el 2004, la compañía de teatro Tapioca Inn, basándose en la traducción de Boris
Schoemann y Cesar Jaime Rodríguez y bajo la dirección de Hugo Arrevillaga,
llevó a cabo una lectura dramatizada de la primer parte de Litoral dentro de la 3ª Semana Internacional
de la
Dramaturgia Contemporánea , organizada por el Centro Cultural
Helénico y Los Endebles.
El
espectáculo fue todo un éxito y a partir de eso se empezó a planear el montaje
de la obra completa para finales del mismo año. Sin embargo el destino o la
vida o la muerte, cambio los planes y el montaje quedó suspendido.
Litoral, surge
"a partir del encuentro de un grupo de gente, de amigos, de actores, de
diseñadores, de gente que nos queríamos, y que al llegar a los 30 años tratamos
de saber a que le teníamos miedo. Y resultó que nadie le tenia miedo a su
propia muerte, pero si a la de aquellos que nos habían dado la vida, y también
al amor, sobre todo al amor", afirma Arrevillaga.
Litoral es
la historia de Wilfrid, y también la de su padre. Y de cómo” la cogida de tu
vida puede convertirse en tu peor pesadilla”. Litoral es eso, y también un viaje interior,
un viaje iniciático: la búsqueda de identidad, la confrontación con las raíces
con la realidad más cruda y con las fantasías que se niegan a morir.
Litoral se estreno en una
primera versión en el 2006 y volvió a escenarios capitalinos en una nuevo
montaje en la Muestra de Artes Escénicas del año pasado y ahora cohabita en el
Teatro Benito Juárez, por una breve temporada con las otras tres partes que
conforman la tetralogía La sangre de las
promesas, un suceso teatral único, de obligada visión.
Litoral es el sueño que
arranca del cadáver del padre y del retorno al mar con él a cuestas. Para el
autor se trata de “dar, como dice Mallarmé, un nuevo sentido a las palabras de
la tribu”. Para el espectador se trata de aceptar sugerencias, a veces
escalofriantes y a veces enormemente dulces, que convoquen a la propia tribu,
al propio exilio, al cadáver de un padre echado al lomo para volver al mar. Dice
el personaje central: “Soñar siempre vuelve loco” y “lo más doloroso del sueño,
es que no existe”.
El
trabajo actoral, en todos los casos, resulta ejemplar: Pedro Mira (único actor que está en las cuatro obras de la saga, y
también en Pacamambo), Guillermo Villegas, Alejandra Chacón, Sonia Franco, Miguel Romero, Adrián Vázquez, Tomás Rojas
y Rebeca Trejo asumen todos los riesgos y se lanzan en busca de su litoral más
lejano. Auda Caraza y Atenea Chávez
crean el espacio de un insomnio habitado por las figuras que los sueños
encarnan. Y todos ellos siguen a Hugo Arrevillaga,
el director, porque Litoral
es la encarnación de su propio sueño como director y adaptador.
Litoral es también, como
canción, de los Beatles, un viaje mágico y misterioso, una puesta en escena
extraordinaria de un grupo de artistas comprometidos, que minuciosa, apasionadamente
se aventuran a la travesía, conduciendo al sorprendido espectador, por un
itinerario de imaginación, de fantasía, de imaginería y de mucha creatividad,
una puesta en escena conmovedora que lo mismo nos hace reír que llorar, pero ni
la risa ni el llanto son gratuitos ni sensibleros, son emociones encontradas
que nos invitan a la reflexión, a una profunda toma de conciencia de los
horrores de la guerra, del exilio obligado, de los niños destrozados física y
emocionalmente, y también, a una visión poética de la muerte, de la paternidad,
de la lealtad y de la solidaridad.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Un trabajo impecable, absolutamente
recomendable.
Litoral, de Wajdi Mouawad
Dirección
y adaptación Hugo Arrevillaga
Actuación:
Pedro Mira, Guillermo Villegas, Alejandra Chacón,
Sonia
Franco, Miguel Romero, Adrián Vázquez, Tomás Rojas, Rebeca Trejo.
Teatro Benito Juárez, Villalongín 15, Colonia Cuauhtémoc.
A un costado
del monumento a la madre. Metrobús Reforma.
Martes
20 horas, hasta el 31 de julio.
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