Enfermos
de amnesia y de anestesia.
Texto y fotos: Salvador Perches
Galván.
La palabra misericordia viene del vocablo latino misericordia, formado
de miser (miserable, desdichado), cor, cordis (corazón) y el sufijo ia. Esta
palabra se refiere a la capacidad de sentir la desdicha de los demás.
Misericordia es la
disposición a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Se manifiesta en
amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente de perdón y reconciliación.
Es, más que un sentido de simpatía, una práctica. En el cristianismo, es uno de
los principales atributos divinos.
La Misericordia es
también un sentimiento de pena o compasión por los que sufren, que impulsa a
ayudarles o aliviarles. En determinadas ocasiones, es la virtud que impulsa a
ser benévolo en el juicio o el castigo.
La puesta en escena Misericordia fue inspirada en la tragedia Las suplicantes, de la cual tanto Esquilo como Eurípides tienen
sendas versiones, además de ideas de Cormac McCarthy y
de un escrito del poeta Javier Sicilia, también basado en la tragedia y en su
propia experiencia, ya que vivió la muerte violenta de un hijo.
Las suplicantes es una
tragedia de Esquilo que se suele datar en torno a los años 467 y 458 a.C. y que
trata de las cincuenta Danaides, hijas de Dánao, que residen en Egipto.
Dánao y sus hijas
arriban a Argos (Grecia) solicitando asilo en su huída de sus primos, los hijos
de Egipto, quienes las persiguen para desposarlas por la fuerza, una vez en
Argos, se hacen suplicantes de Zeus.
Cincuenta hombres pretenden dominar a sus
primas, imponiendo con fiereza al matrimonio. Las cincuenta mujeres huyen de
sus primos, y de la violencia de cualquier mandato viril.
El rey, Pelasgos, tendrá que decidir el modo
de obrar:
Lo que tenga decretado el destino, eso
sucederá.
No puede dejar de cumplirse el glorioso,
impenetrable pensamiento de Zeus.
El rey consulta con
el pueblo, que decide protegerlas.
La situación trágica
que plantea Esquilo en esta obra consiste en la angustia que supone la
responsabilidad humana de la decisión que debe tomar el rey Pelasgo, puesto
que, tome la decisión que tome, conducirá a una desgracia: si decide acoger a
las Danaides, ello supondrá la guerra con los egipcios; si decide entregarlas a
sus perseguidores, supondrá la cólera de Zeus por romper las reglas de la
hospitalidad a unas mujeres que defienden su derecho a disponer de su propia
sexualidad y de su libertad frente al poder masculino.
El derecho de asilo
queda reflejado con estas palabras de Dánao: Que libres habitamos esta tierra, sin consideración de gente
prisionera, sino con el derecho humano del asilo. Que nadie ni habitantes del
país, ni tampoco extranjero, nos pueda reducir a servidumbre; y, si alguien nos
hiciera violencia, el noble que no acuda en nuestra ayuda quede privado de
derechos y sufra la pena del destierro por decreto del pueblo.
En la versión de Eurípides,
al dialogar Teseo, rey de Atenas, con Adrastro, rey de Argos, le ruega le
entregue los cuerpos de los guerreros muertos al intentar conquistar la ciudad
de Tebas. Han fallado en el intento y ahora los cadáveres yacen esparcidos por
el suelo y son devorados por los animales. Creón es el gobernante de la ciudad
de Cadmo, ante cuyas murallas se encuentran tirados los cadáveres y es el que
se opone a entregarlos. Una ley en Grecia mandaba que a los muertos se les
diera sepultura, pero los de Argos se oponen a tal cosa. Y con ese
empecinamiento, y apoyados en su fuerza, porque han vencido, no hacen caso de
la ley. Etra, madre de Teseo, dice algo de lo cual nadie hace caso en muchas
partes: Quien respeta las leyes, salva al
pueblo. No quien las manipule, que las respete.
Teseo, extrañado porque no le entregan los
cadáveres, pregunta la causa. Es cuando Adrastro le responde: Aun no aprenden a usar la victoria.
Eurípides ofrece en esta tragedia una
excelente muestra de los temas dictadura- democracia. El autor encontró el
lugar para ofrecer su punto de vista. Es el tema que se ha discutido por siglos
y es el modo de gobernar un pueblo: deben gobernar muchos o sólo uno.
Teseo ya había dicho al mensajero de Tebas que
él tiene una monarquía de libres, una
ciudad sin trabas y con voto igual. Esta
ciudad no es gobernada por un solo hombre. Es una ciudad libre. El pueblo
reina: uno en pos de otro se van turnando los magistrados cada año. Aquí no hay
privilegio para el rico: rico y pobre, tienen el mismo derecho.
Etra, la madre reina, convence a su hijo
Teseo, de rescatar los cadáveres: Iré a
salvar a los muertos. Primero, intentaré convencer con palabras. Y si no, por
la fuerza de mi lanza tengo que conseguirlo. Y se hará con la ayuda de los
dioses. Los ejércitos se enfrentan Y
fue terrible el combate: golpe por golpe, ataque por ataque, y la muerte como
resultado en ambos ejércitos, Se oían grandes clamores…
Es cuando Teseo muestra que él sí sabe hace
uso de la victoria: No he venido a
arruinar la ciudad, vine a rescatar a los muertos.
“Aprender a usar la victoria” es una frase
que dijo Eurípides hace siglos. No se le hizo caso al poeta, declarado por
algunos como el poeta trágico pacifista y en la actualidad, por todos lados
vemos guerras.
En La carretera, novela por la
que el escritor estadounidense Cormac McCarthy recibió el Premio Pulitzer, conocemos
las vicisitudes de un padre que lucha por atravesar un terreno desolado,
acechado por mil peligros, en un intento de poner a su pequeño hijo a
resguardo. Los protagonistas de la historia, un hombre y un niño a los que
McCarthy jamás asigna nombres propios (seguramente en un intento de significar
que son dos representantes de la raza humana en medio de una tierra devastada),
caminan hacia el sur en busca de un clima más benigno por una carretera que
atraviesa parajes calcinados, pueblos abandonados, ríos sucios en los que no
queda vestigio de vida. El yermo asolado que padre e hijo atraviesan y del cual
tampoco sabemos es su origen es el tercer protagonista de la historia. Pequeñas
pistas se ofrecen a lo largo del texto, apuntando hacia una catástrofe nuclear
que terminó con la vida en la Tierra, catástrofe de la que apenas existen sobrevivientes.
Un lenguaje sobrio, sombrío, como reflejo de un mundo sin futuro, es del
que el autor se sirve para describir los paisajes desolados, cubiertos de
ceniza, que los protagonistas atraviesan en su éxodo. La lucha por la
supervivencia de un padre y su hijo huyendo del frío que, como una maldición se
extiende por toda la tierra, siguiendo una carretera abandonada que, en el
fondo no es más que un vestigio de lo que la vida fue antes de la hecatombe y
que se convierte en un símbolo muy apropiado para representar nuestra
civilización, pero que ahora se encuentra cubierta de una ceniza espesa que
tapa el sol. Una carretera recorrida por hordas de hombres hambrientos que no
dudan en matar (y comerse) a cualquier infeliz que se cruce en su camino,
evidenciando que el hombre siempre está dispuesto a ser un lobo para el hombre,
especialmente cuando las circunstancias son adversas.
Cormac McCarthy recrea una historia de supervivencia marcada por el
agotamiento, el frío, el hambre y el miedo del padre, al que todavía asaltan
recuerdos del mundo colorido que conoció en su niñez, antes de que fuese
sepultado por toneladas de ceniza tóxica. Pero el autor deja una puerta abierta
a la esperanza, representada en la actitud cándida del niño cuya bondad
sorprende pese a haber nacido y sido criado en un entorno hostil rodeado de
muerte y destrucción, donde la vida es un esfuerzo continuo y conservarla, un
milagro.
Estas son las fuentes de las que abreva
Hinojosa para este proyecto teatral, impulsado por la Compañía Nacional de
Teatro también basado en testimonios de las víctimas de la violencia en México.
El texto está recolectado de testimonios, de lo que se ha oído, de periódicos y
del contacto que el equipo creativo ha tenido con los protagonistas reales.
Javier Sicilia escribió un texto inspirado en
la tragedia de Las suplicantes y en
todo lo que él, como líder del Movimiento por la Paz, Justicia y Dignidad ha
vivido.
Se invitó al joven dramaturgo tijuanense Hugo
Alfredo Hinojosa a escribir el guión, en el que se hace una indagación sobre cómo
se vive la violencia, cómo se es afectado por ella, qué es ser una víctima, qué
es el sufrimiento, que es y cómo se vive la ausencia, preguntas, muchas de
ellas de respuesta difícil.
“¿Dónde estaban
ustedes antes de que esto ocurriera? Un Estado no se corrompe porque sí. Con
esa pregunta Sicilia llegó al primer aniversario de la muerte de su hijo,
también al primer aniversario del Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad, que él encabeza.
En Misericordia atestiguamos como una
madre, ya resignada, comparte la forma en que su hijo desapareció sin que nadie
le haya dado una explicación; otra expone el miedo que le ha quedado al perder
a su esposo. En otro lugar, una joven secuestrada padece los castigos de sus
victimarios. Historias entrecruzadas de ocho mujeres que participan en una de
las caravanas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, a quienes las
une el dolor y la impunidad, re crean el violento universo por el que atraviesa
México, en el que las actrices Érika de la Llave (excelsa), Julieta Egurrola,
Teresa Rábago, Renata Ramos, Carmen Mastache, Gabriela Núñez, Ana Ligia García
y Rocío Leal son quienes dan voz, sudor y sangre a cada una de las madres,
hijas, hermanas y víctimas de la violencia en México.
El hilo conductor es la
Caravana por la Paz, en ella participan y las vamos conociendo poco a poco,
primero sus historias, tal cual. Luego, nos vamos internando en sus
sentimientos más profundos, más inconscientes. Con una imagen sobria, el
vestuario de Anna Terrazas en tonos negro y rojo y la escenografía de Philippe
Amand, es sólo un fondo negro, con la intensión de no distraer el discurso con
elementos visuales, la apuesta escénica de Giménez Cacho, siempre audaz,
siempre arriesgado, descansa en la actuación y por supuesto en el texto. El
experimentado y aventurado director ofrece una puesta en escena plena de
belleza estética, con una depurada belleza plástica, pictórica, en
contraposición con las barbaridades que escuchamos.
Para su autor,
Alfredo Hinojosa , la obra no es complaciente, no es condescendiente ni
siquiera con las víctimas y su momento histórico, cuestiona y confronta con su
propia naturaleza, a veces miserable, sin olvidar su condición de seres
violentados, suplicantes, como tragedia griega, por el destino que necesitan
encontrar, por la paz en la que ya no creen.
Para su director, Daniel Giménez Cacho, lo
que existe alrededor de temas como la violencia, los desaparecidos, los
mutilados o asesinados, es mucha indiferencia, silencio, control mediático,
amenazas, y todo lo que se hace para que no se hable de ello.
Julieta Egurrola, pieza clave para la
creación de esta obra, afirma que, el trabajo realizado durante el montaje fue
intenso y doloroso. Que se enfatiza en escena la importancia del Movimiento por
la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza el poeta Sicilia, el cual ha dado
nombre y cara a los daños colaterales, a lo que únicamente eran cifras”
Por su parte, para el titular de la Compañía
Nacional de Teatro, Luis de Tavira esta obra es una experiencia insólita y una
enorme oportunidad de devolverle al teatro la raíz humana que le otorga el
sentido de su dignidad artística. La actividad teatral nos reorientará y
rescatará de tanta banalidad. Esta puesta en escena es un medicamento contra la
amnesia y la anestesia, padecimientos endémicos en los mexicanos.
En un México en el que gobierna la violencia, ¿se puede tener misericordia?
¿Un golpe de gracia a los enemigos o a las víctimas es un acto de compasión o
de crueldad? En esta guerra entre Estado y narcotráfico, ¿qué tanta humanidad
han perdido los ciudadanos atrapados en el fuego cruzado? ¿Algo impide a una
víctima, volverse victimario?
El implacable contexto del México contemporáneo que vivimos cotidianamente es
vertido en la obra Misericordia, con
el objetivo de estremecer al país desde la mirada de las víctimas. Es una
exploración de los intrincados y estrujantes nexos entre el dolor y el
sufrimiento en el mejor ejemplo de teatro documental, que puede resultar poco
atractivo, aunque absolutamente necesario para no olvidar lo que a diario nos
embarran en los noticiarios televisivos y radiofónicos, en los diarios y hasta
en el cine.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Trabajo fuerte, nada complaciente y absolutamente
recomendable.
Misericordia: De Hugo Alfredo Hinojosa. Basado en motivos de Esquilo,
Eurípides, Cormac McCarthy, Javier Sicilia y en testimonios de las víctimas de
la violencia en México.
Dirección Daniel Giménez Cacho
Escenografía e iluminación Philippe Amand
Con las actrices del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro: Julieta Egurrola, Teresa Rábago, Érika de la Llave, Renata Ramos, Carmen Mastache, Gabriela Núñez, Ana Ligia García y Rocío Leal.
Teatro Casa de la Paz de la UAM ( Cozumel No. 33, Colonia Roma. (Metro Sevilla) )
Con las actrices del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro: Julieta Egurrola, Teresa Rábago, Érika de la Llave, Renata Ramos, Carmen Mastache, Gabriela Núñez, Ana Ligia García y Rocío Leal.
Teatro Casa de la Paz de la UAM ( Cozumel No. 33, Colonia Roma. (Metro Sevilla) )
Jueves y viernes 20 horas, sábados
y domingos 13 y 18 horas, hasta el 29 de julio
Localidades: $150.00 general
Descuento: $75.00
Universitarios, INAPAM y vecinos de las colonias Condesa, Juárez y Roma
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