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MISERICORDIA, de Hugo Alfredo Hinojosa


Enfermos de amnesia y de anestesia.

Texto y fotos: Salvador Perches Galván.


La palabra misericordia viene del vocablo latino misericordia, formado de miser (miserable, desdichado), cor, cordis (corazón) y el sufijo ia. Esta palabra se refiere a la capacidad de sentir la desdicha de los demás.

Misericordia es la disposición a compadecerse de los trabajos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente de perdón y reconciliación. Es, más que un sentido de simpatía, una práctica. En el cristianismo, es uno de los principales atributos divinos.

La Misericordia es también un sentimiento de pena o compasión por los que sufren, que impulsa a ayudarles o aliviarles. En determinadas ocasiones, es la virtud que impulsa a ser benévolo en el juicio o el castigo.



La puesta en escena Misericordia fue inspirada en la tragedia Las suplicantes, de la cual tanto Esquilo como Eurípides tienen sendas versiones, además de ideas de Cormac McCarthy y de un escrito del poeta Javier Sicilia, también basado en la tragedia y en su propia experiencia, ya que vivió la muerte violenta de un hijo.

Las suplicantes es una tragedia de Esquilo que se suele datar en torno a los años 467 y 458 a.C. y que trata de las cincuenta Danaides, hijas de Dánao, que residen en Egipto.

Dánao y sus hijas arriban a Argos (Grecia) solicitando asilo en su huída de sus primos, los hijos de Egipto, quienes las persiguen para desposarlas por la fuerza, una vez en Argos, se hacen suplicantes de Zeus.

Cincuenta hombres pretenden dominar a sus primas, imponiendo con fiereza al matrimonio. Las cincuenta mujeres huyen de sus primos, y de la violencia de cualquier mandato viril.

El rey, Pelasgos, tendrá que decidir el modo de obrar:

Lo que tenga decretado el destino, eso sucederá.

No puede dejar de cumplirse el glorioso, impenetrable pensamiento de Zeus.

El rey consulta con el pueblo, que decide protegerlas.

La situación trágica que plantea Esquilo en esta obra consiste en la angustia que supone la responsabilidad humana de la decisión que debe tomar el rey Pelasgo, puesto que, tome la decisión que tome, conducirá a una desgracia: si decide acoger a las Danaides, ello supondrá la guerra con los egipcios; si decide entregarlas a sus perseguidores, supondrá la cólera de Zeus por romper las reglas de la hospitalidad a unas mujeres que defienden su derecho a disponer de su propia sexualidad y de su libertad frente al poder masculino.



El derecho de asilo queda reflejado con estas palabras de Dánao: Que libres habitamos esta tierra, sin consideración de gente prisionera, sino con el derecho humano del asilo. Que nadie ni habitantes del país, ni tampoco extranjero, nos pueda reducir a servidumbre; y, si alguien nos hiciera violencia, el noble que no acuda en nuestra ayuda quede privado de derechos y sufra la pena del destierro por decreto del pueblo.

En la versión de Eurípides, al dialogar Teseo, rey de Atenas, con Adrastro, rey de Argos, le ruega le entregue los cuerpos de los guerreros muertos al intentar conquistar la ciudad de Tebas. Han fallado en el intento y ahora los cadáveres yacen esparcidos por el suelo y son devorados por los animales. Creón es el gobernante de la ciudad de Cadmo, ante cuyas murallas se encuentran tirados los cadáveres y es el que se opone a entregarlos. Una ley en Grecia mandaba que a los muertos se les diera sepultura, pero los de Argos se oponen a tal cosa. Y con ese empecinamiento, y apoyados en su fuerza, porque han vencido, no hacen caso de la ley. Etra, madre de Teseo, dice algo de lo cual nadie hace caso en muchas partes: Quien respeta las leyes, salva al pueblo. No quien las manipule, que las respete.

Teseo, extrañado porque no le entregan los cadáveres, pregunta la causa. Es cuando Adrastro le responde: Aun no aprenden a usar la victoria.

Eurípides ofrece en esta tragedia una excelente muestra de los temas dictadura- democracia. El autor encontró el lugar para ofrecer su punto de vista. Es el tema que se ha discutido por siglos y es el modo de gobernar un pueblo: deben gobernar muchos o sólo uno.




Teseo ya había dicho al mensajero de Tebas que él tiene una monarquía de libres, una ciudad sin trabas y con voto igual. Esta ciudad no es gobernada por un solo hombre. Es una ciudad libre. El pueblo reina: uno en pos de otro se van turnando los magistrados cada año. Aquí no hay privilegio para el rico: rico y pobre, tienen el mismo derecho.

Etra, la madre reina, convence a su hijo Teseo, de rescatar los cadáveres: Iré a salvar a los muertos. Primero, intentaré convencer con palabras. Y si no, por la fuerza de mi lanza tengo que conseguirlo. Y se hará con la ayuda de los dioses. Los ejércitos se enfrentan Y fue terrible el combate: golpe por golpe, ataque por ataque, y la muerte como resultado en ambos ejércitos, Se oían grandes clamores…

Es cuando Teseo muestra que él sí sabe hace uso de la victoria: No he venido a arruinar la ciudad, vine a rescatar a los muertos.

“Aprender a usar la victoria” es una frase que dijo Eurípides hace siglos. No se le hizo caso al poeta, declarado por algunos como el poeta trágico pacifista y en la actualidad, por todos lados vemos guerras.




En La carretera, novela por la que el escritor estadounidense Cormac McCarthy recibió el Premio Pulitzer, conocemos las vicisitudes de un padre que lucha por atravesar un terreno desolado, acechado por mil peligros, en un intento de poner a su pequeño hijo a resguardo. Los protagonistas de la historia, un hombre y un niño a los que McCarthy jamás asigna nombres propios (seguramente en un intento de significar que son dos representantes de la raza humana en medio de una tierra devastada), caminan hacia el sur en busca de un clima más benigno por una carretera que atraviesa parajes calcinados, pueblos abandonados, ríos sucios en los que no queda vestigio de vida. El yermo asolado que padre e hijo atraviesan y del cual tampoco sabemos es su origen es el tercer protagonista de la historia. Pequeñas pistas se ofrecen a lo largo del texto, apuntando hacia una catástrofe nuclear que terminó con la vida en la Tierra, catástrofe de la que apenas existen sobrevivientes.

Un lenguaje sobrio, sombrío, como reflejo de un mundo sin futuro, es del que el autor se sirve para describir los paisajes desolados, cubiertos de ceniza, que los protagonistas atraviesan en su éxodo. La lucha por la supervivencia de un padre y su hijo huyendo del frío que, como una maldición se extiende por toda la tierra, siguiendo una carretera abandonada que, en el fondo no es más que un vestigio de lo que la vida fue antes de la hecatombe y que se convierte en un símbolo muy apropiado para representar nuestra civilización, pero que ahora se encuentra cubierta de una ceniza espesa que tapa el sol. Una carretera recorrida por hordas de hombres hambrientos que no dudan en matar (y comerse) a cualquier infeliz que se cruce en su camino, evidenciando que el hombre siempre está dispuesto a ser un lobo para el hombre, especialmente cuando las circunstancias son adversas.

Cormac McCarthy recrea una historia de supervivencia marcada por el agotamiento, el frío, el hambre y el miedo del padre, al que todavía asaltan recuerdos del mundo colorido que conoció en su niñez, antes de que fuese sepultado por toneladas de ceniza tóxica. Pero el autor deja una puerta abierta a la esperanza, representada en la actitud cándida del niño cuya bondad sorprende pese a haber nacido y sido criado en un entorno hostil rodeado de muerte y destrucción, donde la vida es un esfuerzo continuo y conservarla, un milagro.

Estas son las fuentes de las que abreva Hinojosa para este proyecto teatral, impulsado por la Compañía Nacional de Teatro también basado en testimonios de las víctimas de la violencia en México. El texto está recolectado de testimonios, de lo que se ha oído, de periódicos y del contacto que el equipo creativo ha tenido con los protagonistas reales.

Javier Sicilia escribió un texto inspirado en la tragedia de Las suplicantes y en todo lo que él, como líder del Movimiento por la Paz, Justicia y Dignidad ha vivido.

Se invitó al joven dramaturgo tijuanense Hugo Alfredo Hinojosa a escribir el guión, en el que se hace una indagación sobre cómo se vive la violencia, cómo se es afectado por ella, qué es ser una víctima, qué es el sufrimiento, que es y cómo se vive la ausencia, preguntas, muchas de ellas de respuesta difícil.

“¿Dónde estaban ustedes antes de que esto ocurriera? Un Estado no se corrompe porque sí. Con esa pregunta Sicilia llegó al primer aniversario de la muerte de su hijo, también al primer aniversario del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que él encabeza.

En Misericordia atestiguamos como una madre, ya resignada, comparte la forma en que su hijo desapareció sin que nadie le haya dado una explicación; otra expone el miedo que le ha quedado al perder a su esposo. En otro lugar, una joven secuestrada padece los castigos de sus victimarios. Historias entrecruzadas de ocho mujeres que participan en una de las caravanas del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, a quienes las une el dolor y la impunidad, re crean el violento universo por el que atraviesa México, en el que las actrices Érika de la Llave (excelsa), Julieta Egurrola, Teresa Rábago, Renata Ramos, Carmen Mastache, Gabriela Núñez, Ana Ligia García y Rocío Leal son quienes dan voz, sudor y sangre a cada una de las madres, hijas, hermanas y víctimas de la violencia en México.



El hilo conductor es la Caravana por la Paz, en ella participan y las vamos conociendo poco a poco, primero sus historias, tal cual. Luego, nos vamos internando en sus sentimientos más profundos, más inconscientes. Con una imagen sobria, el vestuario de Anna Terrazas en tonos negro y rojo y la escenografía de Philippe Amand, es sólo un fondo negro, con la intensión de no distraer el discurso con elementos visuales, la apuesta escénica de Giménez Cacho, siempre audaz, siempre arriesgado, descansa en la actuación y por supuesto en el texto. El experimentado y aventurado director ofrece una puesta en escena plena de belleza estética, con una depurada belleza plástica, pictórica, en contraposición con las barbaridades que escuchamos.



Para su autor, Alfredo Hinojosa , la obra no es complaciente, no es condescendiente ni siquiera con las víctimas y su momento histórico, cuestiona y confronta con su propia naturaleza, a veces miserable, sin olvidar su condición de seres violentados, suplicantes, como tragedia griega, por el destino que necesitan encontrar, por la paz en la que ya no creen.

Para su director, Daniel Giménez Cacho, lo que existe alrededor de temas como la violencia, los desaparecidos, los mutilados o asesinados, es mucha indiferencia, silencio, control mediático, amenazas, y todo lo que se hace para que no se hable de ello.

Julieta Egurrola, pieza clave para la creación de esta obra, afirma que, el trabajo realizado durante el montaje fue intenso y doloroso. Que se enfatiza en escena la importancia del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza el poeta Sicilia, el cual ha dado nombre y cara a los daños colaterales, a lo que únicamente eran cifras”

Por su parte, para el titular de la Compañía Nacional de Teatro, Luis de Tavira esta obra es una experiencia insólita y una enorme oportunidad de devolverle al teatro la raíz humana que le otorga el sentido de su dignidad artística. La actividad teatral nos reorientará y rescatará de tanta banalidad. Esta puesta en escena es un medicamento contra la amnesia y la anestesia, padecimientos endémicos en los mexicanos.



En un México en el que gobierna la violencia, ¿se puede tener misericordia? ¿Un golpe de gracia a los enemigos o a las víctimas es un acto de compasión o de crueldad? En esta guerra entre Estado y narcotráfico, ¿qué tanta humanidad han perdido los ciudadanos atrapados en el fuego cruzado? ¿Algo impide a una víctima, volverse victimario?

El implacable contexto del México contemporáneo que vivimos cotidianamente es vertido en la obra Misericordia, con el objetivo de estremecer al país desde la mirada de las víctimas. Es una exploración de los intrincados y estrujantes nexos entre el dolor y el sufrimiento en el mejor ejemplo de teatro documental, que puede resultar poco atractivo, aunque absolutamente necesario para no olvidar lo que a diario nos embarran en los noticiarios televisivos y radiofónicos, en los diarios y hasta en el cine.

El teatro es de todos. ¡Asista!

Trabajo fuerte, nada complaciente y absolutamente recomendable.

Misericordia: De Hugo Alfredo Hinojosa. Basado en motivos de Esquilo, Eurípides, Cormac McCarthy, Javier Sicilia y en testimonios de las víctimas de la violencia en México.

Dirección Daniel Giménez Cacho

Escenografía e iluminación Philippe Amand
Con las actrices del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro: Julieta Egurrola, Teresa Rábago, Érika de la Llave, Renata Ramos, Carmen Mastache, Gabriela Núñez, Ana Ligia García y Rocío Leal.
Teatro Casa de la Paz de la UAM ( Cozumel No. 33, Colonia Roma. (Metro Sevilla) )

Jueves y viernes 20 horas, sábados y domingos 13 y 18 horas, hasta el 29 de julio

Localidades: $150.00 general

Descuento: $75.00 Universitarios, INAPAM y vecinos de las colonias Condesa, Juárez y Roma


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