Como
Altman, vidas cruzadas
Texto y fotos: Salvador Perches
Galván.
Inédito en el teatro
en México, el afamado cineasta japonés Akira Kurosawa hace su aparición en
escenarios nacionales a través de la puesta en escena La ciudad de las estaciones.
Coproducida por la
compañía Perro Teatro, la Universidad Nacional Autónoma de México a través de
su Dirección de Teatro, el Gobierno del Distrito Federal y su Sistema de
Teatros, esta pieza es una adaptación libre de Ana Luisa Alfaro y Gilberto
Guerrero, al guión de la película Dodes-Ka
‘Den, de Akira Kurosawa, conocida en México como El camino de la vida, y que actualmente
se presenta en el Teatro Sergio Magaña, luego de su temporada de estreno en el
teatro Santa Catarina.
La
ciudad de las estaciones trata de cómo hombres y mujeres viven ante
la adversidad en una red de historias que se van entretejiendo para mostrar un
collage de distintos niveles de desesperación y esperanza, de crudeza y de
humor, la puesta en escena está adaptada y dirigida por el maestro Gilberto
Guerrero, quien no es indiferente a la posición de los jóvenes en la actualidad
de nuestro país. “Yo celebro el
movimiento Yo soy 132 porque me parece que es la contradicción del joven que se
pone sus audífonos y se olvida del mundo, eso me tiene muy contento, muy
conmovido, porque ya no es la apatía ni el descredito de la sociedad de
adultos, de la sociedad viciada. Ese descredito se puede convertir en crítica y
en acción y para mí eso es muy emocionante, ver que estas generaciones puedan
decir yo si levanto la voz, yo si participo y yo si me quejo y creo que eso es
algo fundamental que tenemos que rescatar. Y en La ciudad de las estaciones estamos trabajando sobre un grupo social en
donde no solamente vemos miseria económica sino miseria humana que quisiéramos
que la gente reaccionara frente a ello, que la gente lo viviera, además como lo
plantea Kurosawa en una historia que no es melodramatizada, que no es “hay,
pobres de los pobres”, sino: los pobres no están viviendo solamente la angustia
o la ira, también viven la alegría, también viven la esperanza y creo que
tenemos que llegar a esos discursos mucho más ricos”.
Opina al respecto Jorge Ávalos, actor.
Yo también quiero apostar por eso, las
resoluciones formales son diferentes, el abordar esos textos es diferente,
desde la corporalidad, en este caso me fui por el camino que me resulta difícil
que es el de la neutralidad, que todo suceda adentro, que no esté expresado de
manera melodramática, sensiblera, creo que eso lo puede hacer mucho más fuerte,
la realidad es así, que mas queremos, porque no plasmarla así, como fotografía.
Estas fotografías que uno ve en los puestos de periódico, las ves de lejos y
dices: que bueno que yo no soy este que mataron a balazos, siempre alejado, no
me dejo tocar. Yo creo que eso funciona en este montaje.
S. P. G. ¿Qué tanto hay de Kurosawa en
este montaje?
Gilberto Guerrero. Yo creo que hay mucho, el nudo central se
conserva de la película Dodes-Ka ‘Den,
los 8 ejes narrativos se conservan. No se conserva ni la estética ni la
interpretación de muchos personajes que tuvimos que reconstruir en esa
traslación del lenguaje cinematográfico al lenguaje dramático. Para mí, ese fue
el principal desafío, pasar algo cinematográfico, que es mucho mas narrativo a
algo que es dramático, que tiene que ver con la naturaleza del conflicto, que
tiene que ver con la naturaleza de la acción y del carácter de un personaje que
impulsa esa acción. A la hora de adaptar, conservé las historias principales
pero siempre fue un énfasis de ver cuál es el conflicto; qué sobra, qué hace
falta en este planteamiento. Si hay mucho, y sin embargo, plásticamente hay
grandes cambios.
La acción se desarrolla casi de manera
cinematográfica donde la iluminación funge como recurso narrativo. La historia
aborda el tema de la miseria tanto económica como del alma, en una red de
historias que se van entretejiendo.
La narración es diferente, son Vidas cruzadas, como la película de
Robert Altman en donde son muchos los personajes y algunos solo se cruzan pero
no interactúan y esta obra es así, coral.
Jorge Ávalos, actor, opina al
respecto. “Cuando leí el libreto la
primer reacción que tuve fue justamente decirle a Gilberto, no me la imagino,
me la imagino como una película, bueno, es una película. Pero tal como está, es
como escenas de película, como flashazos que no tienen una progresión dramática
y eso es bien difícil para mí, y creo que para todos. Yo no me cruzo con
ninguno de los personajes, directamente, son, como bien dices, vidas cruzadas,
pasas y de pronto la cámara se va con el otro para tomar esa acción vital de
él, pasa el otro y la cámara se sigue con el otro, así es como lo veo, y eso,
teatralmente es complicado. Estos focos de atención en el cine son muy claros
pero en el teatro ¿cómo?, entonces ese es el experimento y la exploración y
cuando la luz se apaga siento que es un cambio de escena, fade y viene otra”
La
ciudad de las estaciones, es un texto que brinda una mirada entre la
crudeza y el humor, a la miseria humana que viven los habitantes de las grandes
ciudades, representa
un viaje a las más oscuras pasiones que se viven de manera cotidiana en las
grandes ciudades.
¿La ciudad de las estaciones es como la
ciudad de la esperanza?.
G. G. Así es, el libro donde vienen las historias de las que se hace el guión
se llamaba La ciudad de las estaciones,
es un libro de cuentos japonés, Kurosawa y el autor de los cuentos hacen el
guión, en México le pusieron El camino de la vida, que no me gusta, Dodes-Ka ‘Den
me gusta mucho pero tampoco decía nada, entonces La ciudad de las
estaciones, me parece que es más
afortunado porque justo uno de los hilos narrativos es un muchacho que maneja
un tranvía imaginario y nos va conectando por las distintas estaciones de la
miseria humana”.
Habla Joséjuan Meraz, actor. “Lo interesante es que la película es
japonesa y no está nada alejada de lo que nos sucede, la obra no está planteada
en un lugar específico, tomamos algunas visiones de la película de Kurosawa
pero puede suceder en cualquier parte. Lo que estamos planteando no sucede en
México, no sucede en Japón, no sucede en una parte específica, sucede en
cualquier ciudad y eso es lo interesante”.
Esto también me remite a la
maravillosa El callejón de los milagros,
de Jorge Fons, adaptada de la novela de Mafuz, por Vicente Leñero, que se
desarrollaba en El Cairo y parecía que se había inspirado en el centro de la
ciudad de México.
Ortos Soyuz, quien forma
parte del elenco, opina “Yo creo que
las grandes historias hablan del ser humano,
en este caso no solo el maestro Kurosawa sino la decisión de Gilberto de tomar
este tema, y a todos nos pareció tremendamente atractivo, por lo mismo, porque
somos lo mismo, como mexicanos, como latinoamericanos y lo peor es que esto fue
escrito hace algunos años, pero igual pudo haber sido la misma visión de los
clásicos griegos y seguimos en lo mismo, eso es lo que es tremendamente
atractivo y a la vez deprimente.
G.G. La escenografía da mucha profundidad y logra algo que para mí era
importante, la idea del hacinamiento, la película y la obra trata de una ciudad
perdida y de la miseria, tanto la económica como la humana, de la poca
solidaridad, la indiferencia que nos provocan ambos problemas terriblemente
contemporáneos, terriblemente vigentes en el 2012. A mí me interesa mucho que
la gente vea esto, hemos conservado los nombres japoneses, hemos conservado
muchas cosas, hemos hecho igual la mixtura de oriente y occidente porque, lo
que yo quiero es que exista una especie de distanciamiento, no mexicanizar la
historia aunque, al verla nuestros espectadores saben que puede estar pasando
igual en una ciudad perdida a las afueras de la ciudad de México, o de
Guadalajara, o en una favela de Rio de Janeiro o en Sao Paulo o incluso debajo
de los puentes de Manhattan y esa es una de las cosas que uno tendría que
aprender, estas sociedades del primer mundo también tiene sus propios
miserables, que no son pocos, son sociedades de gran injusticia social también,
tal vez no tan dramática como nuestros países pero esta historia que cuenta
Kurosawa sucede en un Japón que se vendía ya en 1970 como el gran país del
progreso y cuando Kurosawa hace la película al principio molestó a mucha gente
porque decían, no puedes hacer una película de miseria cuando Japón está lanzándose
al mundo como la gran potencia. Al final se impone, la película es buena, le
dan el Oscar a mejor película extranjera, Kurosawa ya era un consagrado para
ese momento, entonces era difícil acallar una voz tan importante como la del
director, pero aquí me parece que nosotros retomamos sobre todo este punto de
la incomunicación es algo que nos está afectando mucho.
Dodes-Ka’den
no es una expresión japonesa, es la onomatopeya del sonido de un tranvía
imaginado por un muchacho extraviado en una ciudad perdida, cuyo viaje nos
permite visitar diversas estaciones de la condición humana.
Hacer
esta puesta en escena, La ciudad de las estaciones, implicó
muchos riesgos y una apuesta por el trabajo actoral, para que alcanzara la
profundidad de la narrativa cinematográfica.
Al respecto su director opina. Aquí hay algo que es muy importante, en el
Centro de Capacitación Cinematográfica a mis alumnos de guión siempre les digo:
deben tener muy en cuenta que no es lo mismo una obra filmada que una
adaptación a cine, son dos lenguajes, lo más común es que cuando alguien saca
un video de una obra, normalmente es aburridísimo porque no es un lenguaje para
la cámara sino es un lenguaje para el escenario, es lo mismo cuando viene de
regreso, cuando viene del cine hacia el teatro, son dos lenguajes distintos y
hay que entender la naturaleza de los dos lenguajes. Para mi, la naturaleza del
teatro, más allá de las modas sigue siendo el conflicto y la acción, donde el
elemento principal sigue siendo el actor.
S. P. G. ¿Cómo se sienten
interpretando a Kurosawa, que es absolutamente inédito en México?
Jorge Ávalos. Para mí ha sido un proceso diferente, la
construcción, el diseño de un personaje así, me ha resultado muy difícil. Le
comentaba al director, que a mí me daba temor tocar temas tan fuertes, tan
cotidianos como la pobreza, la miseria, la ignorancia, el hambre, la violencia
familiar, porque yo soy afortunado y no he vivido en carne propia esa realidad.
De pronto siento que estoy tocando algo que no me corresponde, algo donde yo me
siento, no deshonesto pero si quisiera plasmar una lectura y una apropiación de
un tema que verdaderamente considero que estoy muy lejos de él, padecer el
hambre que padece mi personaje, yo tengo la fortuna de no haberlo
experimentado. Quiero ser muy delicado con esos temas porque puedo caer en la
frivolidad, en tocar un tema de una realidad avasalladora desde mi comodidad de
actor. Yo salgo de aquí, yo no vivo aquí, ni me visto así y tengo un
refrigerador con comida para alimentarme. Entonces si ha sido difícil, muy, muy
difícil.
Ortos Soyuz. Hago un par de personajes totalmente
contrastantes que habitan esta ciudad, con múltiples matices, con múltiple
coloratura. Uno es este ser que internamente ha tomado una decisión
trascendental en relación a su existencia, seguir existiendo y, sin embargo
asumir una especie de muerte en vida a partir de una experiencia radical y
sublime al encontrar a su mujer con otro hombre, asume que se desquebraja, que
se rompe, que no hay nada más que hacer, excepto seguir existiendo sin vivir.
En
contraste esta el tío, personaje que dentro de esta postura tanto cuanto
machista, no solamente en Japón sino universalmente y que por eso nos toca
tanto en México. Un hombre que pese a esta condición decide que sean las
mujeres quienes trabajen y con toda esta situación del entorno aprovecha la
misma. Incluso hay un abuso a nivel sexual sobre su propia sobrina, esto para
tener los momentos más álgidos, más altos de la esencia de la especie humana,
radicales, estos hombres que están en la oposición del thanatos y del eros, que
se tocan al mismo tiempo y constantemente, la vida y la muerte en este
equilibrio y aún así seguir subsistiendo, seguir existiendo pese a todas las
condiciones”.
En La ciudad de
las estaciones, habla JoséJuan Meráz,
somos un elenco bastante grande y ecléctico, la mayoría del CUT, del Centro
Universitario de Teatro y de la Escuela de Arte Teatral. Es un mosaico de
historias que suceden en una ciudad donde lo que se está hablando es la
pobreza, la miseria y la falta de oportunidades y la mala repartición de los
bienes, es más o menos hacia dónde va, sin ser melodramático, sino nada mas
dando la visión de lo que sucede en una ciudad perdida.
G.
G. Mi compañía, Perro Teatro, trabaja pocas veces con apoyo institucional tan
fuerte como lo tenemos ahora, que es una coproducción de la Dirección de Teatro
de la UNAM con el Gobierno del distrito Federal a través de su Sistema de
Teatros, y también con el Instituto de la Amistad México-Japón, que también
apoyo este proyecto, porque nosotros sostenemos que finalmente la gente frente
a la adversidad es fuerte y que estas historias de adversidad fortalecen y
tienen que hacernos cambiar.
¿Qué fue lo que te llamó la atención
de Kurosawa para importarlo, adaptarlo, adoptarlo y apropiarlo, en teatro en
México es inédito.
G. G. Es inédito en México adaptar a Kurosawa a teatro, se ha hecho Bergman,
Woody Allen, Fassbinder, etc., pero Kurosawa si es inédito. Es muy complejo, a
mi Kurosawa me gusta mucho para mí fue fundamental en mis años de formación,
bueno, Rashomon, Trono de sangre ,todas
estas películas, eran un hito, y seguir a Kurosawa fue muy, muy importante,
cuando yo veo esta me interesa particularmente porque nos plantea sociedades
con las que estamos compartiendo mucho, estas villas miseria, estas ciudades
perdidas, estas favelas, como se les llame en el mundo, son fenómenos
universales y me parece que eso es algo que es muy importante y que nos permite
traerlo a México sin mexicanizarlo porque no hace falta mexicanizarlo, son
universales estas conductas y eso es lo que hizo especial.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Absolutamente
recomendable
La ciudad de las estaciones. De: Akira Kurosawa.
Dirección: Gilberto
Guerrero.
Actuación: Jorge
Ávalos, Josejuan Meráz, Ortos Soyuz, Ana Luisa Alfaro, Yanet Miranda, Abril
Pinedo, Luis Ernesto Verdín, Abraham Vallejo, Paula Comadurán, Luis Eduardo
Yee, Sara Guerrero, Carolina Pimentel y Pilar Couto.
Matías
Gorlero, iluminación; Teresa Alvarado, vestuario; Michel Cuvellier, escenografía;
Enrique Quezada, musicalización; Carolina Pimentel, asistente de dirección.
Teatro Sergio
Magaña. Sor Juana Inés de la
Cruz 114, colonia Santa María la Ribera , a unas cuadras de la Estación del Metro San
Cosme
Funciones: viernes 20 horas, sábados 19 horas y domingos 18
horas, hasta el 29 de julio
Comentarios
Publicar un comentario